LAS CALLES DE MADRID. DON RAMON DE LA CRUZ (1731-1794)
Don Ramón de la Cruz nacíó en la calle del Prado el 28 de marzo de 1731. Comenzamos a saber de su vida cuando, a los veintiocho años, fue nombrado Oficial Tercero de la Contaduría de Penas de Cámara, que tenía su covachuela por la calle de Segovia. Casó poco después con doña Margarita Beatriz de Magán y en 1762 tenía una hija.
Su vida literaria comienza bien pronto y desde muy temprano comprende su vocación de sainetista, que le había de llevar a la fama. Ya de 1758 es el sainete La fingida Arcadia.
El sainete, que se intercalaba entre los actos del drama, encuentra en don Ramón de la Cruz su dignificador y su constante cultivador. Él proveerá de sainetes nuevos a todas las compañías que actúen en Madrid y pronto, tanto como la pieza básica del programa, se buscará por el público el sainete de don Ramón, magnífico estudio siempre de las costumbres populares.
Imposible, por su número, resulta para nosotros citar siquiera las obras de este género que escribió. También compuso zarzuelas y arregló o tradujo algunas.
Su fama atrajo sobre él la polémica. Para muchos, que nunca sabrían hacer lo que él realizaba con maestría, era un autor de bajos vuelos, incapaz de salir de la rueda populachera de sus majos y majas. No comprendieron que esos majos y esas majas habían de ser, por su pluma, inmortales.
Tuvo una vida dura. Pese a que cobraba por cada sainete 500 reales, no salió de apuros y dejó tras sí un rastro de memoriales suplicantes en los que dice, y seguramente exagera, de su situación económica. Los duques de Alba y la condesa-duquesa de Benavente, en especial esta última, le protegieron y encargaron trabajos para representar en sus teatros particulares en fiestas sociales. También el Ayuntamiento le encargaba sus loas y originales para algunas funciones oficiales.
De resultas de una pulmonía, de la que no acabó de curar del todo, murió don Ramón el 5 de marzo de 1794, a los sesenta y tres años de edad, no cumplidos todavía. Murió en su domicilio de la calle Alcalá, casa que le cedía la de Benavente, y fue sepultado en la bóveda de la capilla del Cristo de la Fe, de la iglesia de San Sebastián. La casa en que vivía queda hoy en la esquina de la calle de Cedaceros desde que una reforma derribó la continua, entonces esquina, para dar mayor anchura a la calle.
María José Fernandez
Bibliografía: 100 Madrileños ilustres
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