BIOGRAFÍAS. ESMERALDA CERVANTES: música, textos y filantropía por Zoraida Ávila
ESMERALDA CERVANTES: música, textos y filantropía.
Hoy voy a hablarles de una mujer que pudo haber hecho historia, una mujer brillante y valiente que ejerció la música, el periodismo y la filantropía con denodado afán. Su pertenencia a la masonería la apartó de las orlas y le negó reconocimientos hasta mucho después de su desaparición física.
Clotilde Cerdà -conocida como Esmeralda Cervantes– nació en Barcelona en 1861, época convulsa previa a la Tercera guerra Carlista iniciada en 1872 y que culminó en el 74 con la Revolución Gloriosa que desterró a la reina Isabel II a Francia.
Precisamente en Francia y con la reina Isabel crecerá Clotilde Cerdà, mientras su madre, la pintora Clotilde Bosch servía como ama de llaves en el Palacio parisino donde residía la monarca. Clotilde era hija ilegítima del urbanista Ildefonso Cerdà -diseñador del ensanche de Barcelona- pecado que desembocó en la separación de la pareja. La salida del país era la manera de sofocar el escándalo que provocaría la ruptura del matrimonio que acostumbraba a moverse en las más altas esferas de la sociedad catalana.
Clotilde tuvo la oportunidad de formarse como músico en el Palacio Basilewsky de la Avenida Kléber en París y con los mismos profesores de la reina; el maestro compositor belga Félix Godefroid enseñaba arpa y piano a la monarca, y Clotildina comenzó entonces con apenas 6 años a tocar el arpa. En poco tiempo manifestó dotes excepcionales en la ejecución de este instrumento y ya con solo 12 años en 1873 interviene en los funerales que, en honor de Cervantes, se celebraron en el marco de la Exposición Universal en Viena; a la ceremonia habían acudido la reina española desterrada y el escritor y poeta Víctor Hugo. En aquella oportunidad el poeta, después de elogiar con vehemencia a la pequeña arpista, le sugirió cambiar su nombre por el de Esmeralda (como el personaje de Notre Dame) y la reina consideró justo usar el apellido Cervantes en recuerdo de la gloria nacional a quien se homenajeaba en esa ocasión.
Con el nombre de Esmeralda Cervantes, y con apenas 13 años comienza una carrera francamente frenética por América, continente que visitaría 6 veces a lo largo de su vida. Sus primeros conciertos los hace en Argentina con ayuda del expresidentes de la república Gral. Mitre (maestro masón), en Brasil con el apoyo del Emperador Pedro I y su esposa María Teresa (ambos masones); los presidentes Pedro Varela (Uruguay) y Manuel Pardo (Perú), HH.·. masones, también facilitaron actuaciones a la niña prodigio.
En México, año 1877 (Esmeralda tenía 16 años) se dirigió al dictador y hermano masón Porfirio Díaz, y obtuvo el indulto para el reo español José María Téllez que estaba condenado a muerte. Este gesto fraternal fue reconocido por los masones de la capital mexicana que otorgaron un diploma de agradecimiento a la artista, documento que se conserva en un curioso álbum que recoge cruciales momentos de la vida de la artista y que se conserva en la Biblioteca Nacional de Cataluña. Con motivo del indulto, Esmeralda compuso una pieza para arpa sola bajo el título de La Paz y la obsequió al presidente Porfirio Díaz; era número seis de un total de 12 que se saben existen en su catálogo compositivo.
Podríamos nombrar a muchas de las personalidades que ayudaron a Esmeralda Cervantes a desarrollar su carrera y, en esa lista, destacar a aquellos pertenecientes a la masonería (una gran mayoría); la conclusión inevitable es que si Esmeralda, siendo menor de edad, ya disfrutaba de la fraternidad que le brindaban los masones, es lógico pensar que hubiera podido ser lobatona. Se dice que Ildefonso Cerdà era masón pero su acta de iniciación se desconoce y su nombre no se ha sido visto en ningún cuadro lógico; tampoco Esmeralda conoció a su padre puesto que de él se separó cuando tenía apenas 5 años. Pero supimos que la madre de Esmeralda -Clodilde Bosch- sí que era masona, aunque no se sabe aún en qué fecha y logia fue iniciada. Entonces la niña habría recibido educación masónica.
Clotilde y Esmeralda recorrieron juntas el mundo, la madre dedicó la vida por entero a la carrera artística de la hija. Esmeralda ofrecía conciertos benéficos en aquellos países que visitaba, de todos hay reseñas de recitales ofrecidos a beneficio de los pobres, de los desamparados, de las víctimas de las guerras y, como con!, de los cuerpos de bomberos y de la Cruz Roja Internacional, instituciones ambas fundadas por masones.
La ceremonia de iniciación de Esmeralda tuvo lugar el mismo año en que cumplió la mayoría de edad, hacia octubre de 1879, en la Logia Lealtad de Barcelona. Era de las primeras mujeres en iniciarse en España, junto a ella se inició otra catalana también profesora de música, Áurea Rosa Clavé, hija de Anselm Clavé, otro músico masón. El acta de la iniciación de la concertista está perdido, sin embargo en el Centro de Documentación de la Memoria Histórica de Salamanca reposa un documento emitido por la Logia Lealtad y dirigido a otra logia en Canarias, en el que se informa de la reciente iniciación de la arpista Clotilde Cerdà, de nombre artístico Esmeralda Cervantes y de nombre simbólico Esther, firmado en Barcelona el 3 de noviembre de 1879.
Un año más tarde, Esmeralda se afilia a la Logia Tinerfe 114 en Santa Cruz de Tenerife, Logia que visita con su madre (y de allí sabemos que era masona) y que hasta ese momento había sido exclusivamente masculina. A partir de esa visita, julio de 1880, la Logia se convertirá en mixta y Esmeralda en la primera mujer masona de las Islas Canarias. Ese mismo día, Ester -como fue llamada solo por masones- “pide para sí misma el total de la recaudación del tronco de beneficencia para destinarlo a un socorro”, según reza el acta del día.
Pero la obra filantrópica más relevante de todas cuanto pudo llevar a cabo Esmeralda Cervantes, fue la Academia de Ciencias, Artes y Oficios que fundó y en el año 1883 y que funcionó en el número 10 de la Rambla de Canaleta en Barcelona. La academia estaba destinada a niñas y mujeres con escasos recursos económicos y se dictaban clases de diversas asignaturas musicales, literatura, física, química, matemáticas, bordado, mecanografía, etc.. Los profesores eran una cincuentena y la escuela abría por el día para niñas y a partir de las 6 de la tarde para mujeres adultas; los honorarios de los docentes estaban sufragados por la propia Esmeralda. En el año 1885, apenas dos años después, la academia cerró sus puertas por no haber recibido las subvenciones prometidas; Esmeralda quedó arruinada y se refugió en la escritura para superar el embate; publicó diversos artículos de prensa, entre los que se destaca una narración en tres entregas sobre su excursión de subida al Teide, la cual fue publicada en La Ilustración Española, el periódico más relevante de la época.
Unos años después Esmeralda abandonó España y se fue a trabajar para el sultán de Constantinopla. Allí permaneció junto a su madre por seis años, enseñaba piano y arpa a las mujeres del harén del sultán. Desde allí viajó a Estados Unidos para actuar en la Exposición colombina de Chicago en 1893, donde fue destinada a representar tanto a Constantinopla como a España con un discurso y una actuación musical respectivamente. El discurso tuvo especial acogida y hasta fue traducido y publicado en inglés y francés; trataba sobre la mujer turca y su participación en la cultura a pesar del Islam. Hoy en día se estudia en las universidades turcas como un texto referente y pionero acerca de este tema, sin embargo aún no ha sido tan siquiera traducido al castellano, lo que nos recuerda aquel popular adagio: nadie es profeta en su tierra.
Esmeralda vivió también en Pará, pequeña localidad del Brasil donde falleció su madre Clotilde ya finalizando el siglo. Allí fundó la clase de arpa del conservatorio, puesto que le proporcionó el compositor Carlos Gomes, hermano masón a quien Esmeralda había conocido en los Estados Unidos 20 años antes. En Brasil Esmeralda estuvo en contacto con masones de la Mina Literaria de Pará, no sabemos si afiliada a alguna logia o como visitante.
En el año 1907 la concertista fue invitada a actuar en Ciudad de México y luego contratada para dictar clases de arpa en el Conservatorio Nacional de esa ciudad; allí vivió por espacio de siete años, durante los cuales desarrolló una gran carrera concertística y pedagógica.
Hacia 1915 regresó a la península, recorrió varios países de Europa central en gira de conciertos para luego retirarse en Santa Cruz de Tenerife, ciudad que acoge sus restos desde abril de 1926 en el cementerio de Santa Lastenia. En su tumba, varios símbolos masónicos son testigos de la conducta, la ética, los principios filosóficos y filantrópicos de esta ilustre catalana.
Zoraida Ávila (Maestra Masona)
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