EL MUNDO ESPIRITUAL: LOS CENTROS DE FUERZA por Juan Miguel Fernández
Lecciones espíritas: Los centros de fuerza
La Doctrina Espírita nos enseña a través de su amplio saber que el ser
humano está constituido por la unión de tres principios: 1º El alma o espíritu, causa de la vida
psíquica. 2º El cuerpo, envoltura
material a la que el alma está temporalmente asociada durante su paso sobre la Tierra.
3º El periespíritu, sustancia qué
sirve de lazo entre el alma y el cuerpo de la energía vital. Del estudio de
este organismo se han adquirido conocimientos nuevos que permiten explicar las
relaciones entre ambos. La idea directriz que preside la formación de todo
individuo: la conservación del tipo
individual y específico a pesar de los cambios perpetuos de la materia y el
complicado mecanismo de la máquina viviente.
Cuando la sustancia fluídica del periespíritu cesa, dejan los órganos de
funcionar, se retira el principio vital y el espíritu abandona el cuerpo. Entonces
las células físicas dejan de formar un conjunto compacto y, al no tener ya una
dirección común, tienden a separarse y es entonces cuando sobreviene la
descomposición de la ya vacía envoltura carnal.
El periespíritu, denominado también por otras filosofías de Oriente y Occidente
como cuerpo astral, envoltorio espiritual, cuerpo bioplasmático…. está
compuesto de la quinta esencia de los elementos combinados de las encarnaciones
anteriores. Evoluciona y progresa con el alma y es tanto más sutil y menos
material cuanto más elevado y perfecto es el individuo. El periespíritu asegura
la conservación de la individualidad, fija los progresos ya conseguidos, es
decir, sintetiza el estado de avance del ser.
El vehículo espiritual está regido por siete centros de fuerza o chakras según
el lenguaje de Oriente, que tienen doble cometido de dar vitalidad a nuestro
cuerpo físico y hacernos percibir la mente del mundo fluidico o mundo
espiritual que nos rodea y nos influencia. Vibrando en sintonía unos con otros
al influjo del poder directriz de la mente, establecen para su uso un vehículo de
células eléctricas.
La vitalidad que estos centros de fuerza impregnan nuestro organismo es lo que
hace de este un conjunto armónico, un denominador común que es la voluntad del
espíritu. Aquí vemos hasta qué punto puede influir la situación o estado moral
del espíritu sobre la salud del individuo.
André Luiz, espíritu de Luz que se
comunica con Chico Xavier, nos
confirma los 7 puntos energéticos del organismo como él lo define
EL CONORARIO, percibiendo en primer lugar los estímulos del espíritu, es el principal, donde se almacenan las experiencias en el subconsciente, sede y domicilio de la mente o consciencia. Por eso al investigar sobre vidas pasadas se encuentra la información. Controla el sistema nervioso y coincide con la atrofiada glándula pineal y nos comunica, una vez en completo desarrollo, directamente con el plano mental. Su vivificación dá esa aureola de luz amarilla qué los antiguos pintaban alrededor de la cabeza de los santos. Su despertar total permite al Ser salir y entrar en el cuerpo físico con toda claridad y pleno conocimiento de ello. El despertar de este centro de fuerza inimaginable es el que nos da la conciencia física de la realidad que somos. Somos Espíritus. Estabiliza y organiza el metabolismo y de él parte la corriente de energía a otros centros.
EL FRONTAL, situado entre las cejas,
ordena las percepciones que en el cuerpo físico constituyen la visión, la
audición, el tacto y la vasta red de procesos de la inteligencia con relación a
la palabra, a la cultura, al arte y al saber. Nos ofrece también planos de
seres más elevados, y en el inicio de esta facultad se perciben, junto a la
sensación de la presencia de alguien, colores y bajas formas vaporosas, qué
poco a poco se van definiendo, pudiéndose ver claramente la forma y naturaleza
de la videncia.
A continuación el centro laríngeo preside a los fenómenos vocales. Su fuerza
controla las actividades del timo glándula endocrina, de la tiroides
paratiroides, así como la palabra, los tonos y la respiración. Une el
pensamiento con la emoción y el cerebro con sus rayos.
Después identificamos el CENTRO CARDÍACO
qué sustenta los servicios de las sensaciones, la emoción, el altruismo, la
nobleza, el amor y el equilibrio general. La circulación de la sangre es otro
de sus cometidos.
Prosiguiendo, señalamos el CENTRO
ESPLÉNICO que en el cuerpo físico está situado en el bazo, controlando el
páncreas y regulando la distribución adecuada de los recursos vitales por todos
los rincones del vehículo que nos servimos. En otra función hace recordar los
viajes astrales que efectuamos mientras dormimos. Una vez desarrollado este centro
nos da la posibilidad de viajar astralmente siendo conscientes de ello.
A través del CENTRO GÁSTRICO,
llamado plexo solar porque es radiante como un sol, se verifica el estómago y
la asimilación de los alimentos, así como todo lo relacionado con el intestino
y riñones. Cuando se despierta el cuerpo astral hace percibir toda clase de
influencias astrales, tanto si son positivas como negativas. Esta es la causa de
las contrariedades, los odios, los deseos de venganza, cualquier sensación
pasional intensa, se sientan precisamente en la parte que vivifica este centro,
es decir, en la alteración y el retorcimiento del estómago y los intestinos.
Y, por fin, tenemos al CENTRO GENÉSICO.
Es el “templo moderador de formas y estímulos” situado en la parte de los
genitales, la concierne a todo lo relacionado con el sexo.
Cuando nuestra mente, por actos contrarios a la Ley Divina, perjudica a
la armonía de cualquiera de esos focos de fuerza de nuestra alma, naturalmente se
exclaviza a los efectos de la acción desequilibrante, obligándole al trabajo de
reajuste. No debemos olvidar que el cuerpo sutil así como el cuerpo de carne es
creación mental en el camino evolutivo,
constituido con recursos tomados transitoriamente por nosotros de los géneros
de los graneros del universo, medio del que nos servimos para ambientar, en
nuestra individualidad eterna, la divina luz de la sublimación, con la que nos
cabe demandar las esferas del Espíritu Puro. Todo el trabajo de la
mente y el tiempo se vale de millares de formas a fin de purificarse para la Gloria Divina.
Juan Miguel Fernández Muñoz
http://www.espiritasmadrid.com/
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