Hace 110 millones de años, un enorme dinosaurio blindado de 1.300 kilos tomó su última comida: la acabamos de encontrar en su estómago
¿Qué se oculta en el estómago de un nodosaurio espinoso de 1.300 kilos? Hemos tardado casi una década en saberlo. Nueve años desde que se encontró el ejemplar en una mina y cinco desde que los paleontólogos fueron capaces de extraer la masa del tamaño de una pelota de fútbol que, finalmente, ha resultado ser una comida fosilizada perfectamente conservada 110 millones de años después.
«Ver el fósil ya es impresionante», explicaba Jim Basinger de la Universidad de Saskatchewan en Canadá. Pero «tener una idea bastante precisa de cómo el animal realizaba sus actividades diarias, dónde vivía o cuál era su comida preferida» sencillamente porque «su última comida estaba perfectamente conservada en su estómago» suena casi a ciencia ficción.
Todo lo que podemos saber de un estómago
Royal Tyrrell Museum Of Palaeontology
De hecho, en muchos sentidos, solo la ciencia ficción ha sido capaz de imaginar con cierto detalle las pautas de alimentación de los dinosaurios. No me entendáis mal, sabemos muchas cosas sobre la alimentación de estos enormes animales. Los paleontólogos, estudiando su morfología y anatomía han conseguido clasificar perfectamente carnívoros (predadores, carroñeros, piscívoros y un largo etcétera), herbívoros y omnívoros. Pero ir más allá es complicado. Por falta de información, básicamente.
Con los carnívoros, en principio, todo es más fácil. Sin embargo, los estudios que tenemos sobre herbívoros han tenido dificultades para encontrar algo más que unas pocas semillas o ramitas en un intestino. Al fin y al cabo, «encontrar el contenido real de estómago de un dinosaurio es una cosa extraordinariamente rara«, decía Basinguer.
Y es una pena porque eso nos ha impedido saber qué tipos de plantas comían. En este caso, extraer el estómago del nodosaurio no fue un proceso sencillo, pero al poner distintas finísimas secciones bajo el microscopio mereció la pena. Y eso que los investigadores encontraron básicamente helechos (un 88% de hojas y un 7% de tallos). Lo que ocurre es que, como si de un capítulo de la famosa serie ‘Bones‘ se tratase, unas simples hojas de helecho pueden decirnos más cosas de las que parece.
Por ejemplo, los investigadores han sido capaces de determinar que los helechos que crecían sobre una amplia extensión de tierra que había sido devastada por un incendio hacía relativamente poco tiempo. Es más, los investigadores han podido averiguar hasta la temporada del año en que murió: a finales de primavera. Sus conclusiones son que, quizás no tan sorprendentemente, la alimentación de estos gigantes animales es muy parecida a la que tendrían alces, ciervos o elefantes en sus respectivos hábitats.
Según los investigadores, “tomados en conjunto, estos hallazgos nos permiten hacer inferencias sobre la ecología del animal, incluyendo lo selectivo que era al elegir qué plantas comer y cómo pudo haber explotado la regeneración de incendios forestales. También ayudará a comprender la digestión y la fisiología de los dinosaurios». Es posible. Al fin y al cabo, a veces los hallazgos más espectaculares son también elementos clave en el avance de la ciencia.
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