EL CULTO CARGO por JULIO CRUZ
El culto cargo, culto al cargo o cargo cult son todas las serie de creencias, religiones y cultos que surgieron a lo largo del siglo XX, especialmente a raíz de la Segunda Guerra Mundial, en Australia y la Melanesia, es decir, las diferentes regiones en que se encuentra dividida Oceanía y que comprende islas como Nueva Guinea, Fiji, Isla de Flores, Islas Vanuatu, Isla de Tanna, Islas del Estrecho de Torres, Nueva Caledonia, entre muchas otras. Dado que la Melanesia comprende una gran variedad de pueblos aborígenes, cada uno de ellos con sus creencias distintas (entre 700 y 1000 aproximadamente), no es de extrañar que ante tal diversidad cultural y lingüística, en conjunto con la llegada de Europeos y sus tecnologías, dieran como resultado en el cargo cult que se abrió paso poco a poco hasta lograr ser más importante que las creencias y cultos propios de la región.
La locura de Vailala
Si bien no se sabe a ciencia exacta cuándo y cómo comenzó todo, una de las primeras descripciones detalladas de estos cultos al cargo provienen de comienzos de la década del ’20 en un fenómeno conocido como Locura de Vailala (un nombre curioso, lástima que no hallé una buena explicación de su origen). Los nativos de Papúa Nueva Guinea habían observado cuidadosamente que los extranjeros blancos no trabajan la tierra ni cazaban, sino que recibían todo lo que necesitaban a través de enormes canoas metálicas.
Evidentemente, sus dioses eran más bondadosos que los suyos, así que comenzaron con lo que se llama “la imitación al hombre blanco”. Si imitaban todos los claros rituales religiosos a los que los europeos se entregaban con asiduidad, como el tomar el té por las tardes, bailar o marchar de un lado al otro con el fusil al hombro, entonces ellos también serían bendecidos con el cargo. Y así lo hicieron: pintaron su cuerpo imitando uniformes militares, se sentaron a la hora del té en una mesa decorada con flores a beber quién sabe qué y marcharon con fusiles de bambú al hombro esperando que sus ancestros vinieran en barcos fantasmas a traerles el cargo.
Los misioneros de Madang
En la costa de Madang, también en Papúa Nueva Guinea, se originó otro culto bastante interesante, deliciosamente relatado por Marvin Harris en su libro Vacas, cerdos, guerras y brujas. (Yo me limitaré a dar un resumen, pero recomiendo seriamente que leas el libro si no lo has hecho ya: es de lectura imprescindible). Parece ser que los nativos aceptaron aprender el cristianismo de los misioneros con el fin de adquirir el “secreto del cargo”, es decir, averiguar de dónde sale y cómo obtenerlo. Sin embargo, ellos interpretaron la Biblia a su manera.
Aprendieron como Dios le quitó el cargo a Adan y Eva, como bendijo a Noe un arca repleta de cargo y como Jesús volvería con cargo para los buenos cristianos. Ellos aprendieron y trabajaron duro, pero observaron que todo el cargo iba a parar a las manos de los misioneros y jamás a las suyas: habían sido engañados y se les había ocultado el secreto del cargo. Su interpretación fue la siguiente: Jesús había dado en un principio el cargo a los europeos, pero ahora quería dárselo a ellos. Los misioneros, molestos, se interponían y les robaban el cargo. En medio de la Segunda Guerra Mundial, los japoneses que llegaron a Madang y expulsaron a las misioneros fueron vistos como libertadores, aunque estos luego se llevarían su comida y destruirían sus plantaciones. Luego los japoneses se fueron y volvieron los australianos, que les prometieron prosperidad a los nativos, pero estos, evidentemente, ya no confiaban en nadie.
Para mostrarles la verdad sobre el cargo, los australianos llevaron a Yali, un profeta nativo, a que conocer “la civilización”. Si la idea era que Yali comprendiese que no había nada sobrenatural en el asunto, todo salió al revés. El profeta fue incapaz de comprender por qué aquella riqueza no estaba distribuida igual entre todos ni por qué algunos sin trabajar pueden tener todo el cargo que quisieran, mientras que otros, trabajando duro, apenas pueden disfrutar de él. Al volver a sus tierras, Yali comenzó su lucha para erradicar al cristianismo y a los misioneros y se convirtió en un importante líder espiritual.
¿En qué consiste el Culto de Cargo?
Aunque con leves diferencias en cada pueblo, el Cargo de Culto es la creencia que se basa en esperar la llegada de cargueros llenos de mercancías. Fue principalmente durante la Segunda Guerra Mundial que los barcos de los distintos ejércitos (primero los japoneses, después los estadounidenses y también los europeos) comenzaron a llegar a estas islas con cargamentos como teléfonos, armas, comida, ropa, papel, lámparas, grandes barcos, aviones, etc., por otro lado, los melanesios observaron también que muchos de estos hombres que hablaban lenguas distintas tenían la capacidad de curar enfermedades; ante la imposibilidad de dar una explicación a tales acontecimientos y tecnologías a las que nunca antes habían tenido acceso, los aborígenes pronto comenzaron a creer que dichos cargamentos eran enviados por los dioses y por tanto, se convirtieron en objetos preciados a los que había que adorar.
Al terminar la guerra, desaparecen estos hombres-dioses, sus cargamentos y por ende la efímera prosperidad; desde entonces los distintos pobladores esperan que algún día regresen dichos cargueros y con ellos los ancestros de los melanesios, que los hombres blancos desaparecerán y que todos sus conocimientos, tecnologías y bienes (que ellos consideran poderes) serán heredados a los nativos, dando paso a una nueva era de prosperidad. Como parte de dicho culto y para ayudar a acelerar dichos acontecimientos, los melanesios acostumbran a recrear sus propios cargamentos utilizando los materiales propios de las islas, por ejemplo, reproducir los radios y las armas con madera o coco; llama especialmente la atención las reproducciones de aviones que se supone son de sexo femenino, y que tienen como fin atraer a los “aviones macho” para que llegue un nuevo cargo o cargamento.
Dentro de estos Cultos al Cargo, mención especial merece la festividad anual conocida con el nombre de Día de John Frum (15 de febrero). Se piensa que John Frum pudo ser un soldado estadounidense que llegó a las Islas Vanuato, se dice que quizá se presentó como “I am John from America“ y que trajo consigo varios regalos; aunque no se tiene certeza de la existencia real de este personaje, hoy en día los aborígenes de dichas islas acostumbran a celebrar cada 15 de febrero este acontecimiento, en los que realizan distintos ritos con la esperanza de que este dios regrese nuevamente y con él los preciados objetos.
Por toda la Melanesia, desde Nueva Guinea Papua hasta las islas Salomón, docenas de comunidades sin contacto entre sí y con lenguas muy diferentes, desarrollaron los mismos extraños rituales. Aquí y allá los indígenas construían aviones de bambú, encendían fogatas para atraer a los aviones y hacían señales con antorchas como habían visto hacerlas a los soldados. Los antropólogos llegaron a mostrar su preocupación ante el hecho de que comunidades enteras habían dejado de trabajar con la esperanza de que la ayuda divina solucionara sus necesidades.
Esperando a los dioses.
Nativos que rinden culto a Felipe de Edimburgo
Perdida en una isla de la remota Melanesia, la tribu de los Yaohnanen espera desde hace años la llegada de un Dios que regresará para cubrirles de regalos: el Duque Felipe de Edimburgo. Según la mitología Yaohnanen, el marido de la Reina de Inglaterra es el hijo de un antiguo espíritu que habita en las montañas de la isla de Tanna, y reinará sobre los miembros de la tribu a su regreso. Por eso, cada vez que reciben una visita, los nativos exhiben las fotografías del príncipe Felipe con el mismo fervor con el que un católico mostraría la imagen de la virgen María.
A pesar de los miles de kilómetros que separan Londres de este pequeño archipiélago de la Melanesia, los nativos aseguran que el espíritu del príncipe Felipe se aparece con frecuencia y les habla. “No le podemos ver, – dice el jefe de la tribu – pero podemos escuchar su voz”
Averiguar la manera en que el duque de Edimburgo llegó a convertirse en un Dios para estas gentes no es un asunto sencillo. Los antropólogos han determinado que en algún momento de la década de los años 50 las creencias ancestrales de los Yaohnanen se mezclaron con las noticias que los visitantes ingleses traían sobre la familia real británica y el choque de culturas dio lugar a una nueva y exótica creencia. También se habla de la influencia de una visita del propio Príncipe a la zona en 1974
JULIO CRUZ GARCIA
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