EL CARTERO SIEMPRE LLAMA DOS VECES (The postman always rings twice), Tay Garret, 1946 – Bob Rafelson, 1981 por Raul Sanchidrian
Hoy traemos no una, sino dos películas, basadas en un relato de James M. Cain, que es, quizá, el autor más duro, sórdido y realista de esa generación de escritores de novela negra, en la que se vería acompañado de Raymond Chandler y Dashiell Hammet, entre otros. Os recomiendo la lectura de su obra, eso sí, con unos cigarrillos y un Martini seco al lado.
La novela fue publicada en 1934 y la MGM compró los derechos por 25.000 $ (un millón actual aprox.) pero tuvo que enfrentarse con la censura de la oficina Hays, a la que se presentaron hasta 10 versiones distintas que fueron rechazadas. El guion quedó guardado en un cajón hasta que los éxitos de “PERDICION” y “ALMA EN SUPLICIO” hicieron que el productor, Carey Wilson, retomara el proyecto. Destrozó bastante la idea inicial de Cain, suprimiendo las referencias sexuales explícitas, sin las que la historia carece de sentido.
Sinopsis. Al restaurante de carretera “los robles gemelos” llega Frank Chambers, uno de esos vagabundos que recorrían EEUU en la época de la Gran Depresión. Smith, dueño del restaurante, ofrece a Frank un empleo, que aceptará al conocer a la Sra. Smith; Frank y Cora iniciarán un romance y desearán que Nick Smith pase a mejor vida….
La película nos muestra a dos personajes más que enamorados, codiciosos y sin escrúpulos, lo que les llevará a recurrir al crimen para obtener sus objetivos. Además, nos encontraremos con un fiscal y un abogado inmorales que no dudan en traspasar la ley y al inoportuno chantajista que no puede faltar en una peli de cine negro, que se precie de serlo.
En 1946, Tay Garnett, hábil artesano contratado por la MGM, fue elegido como director porque nunca se pensó que la película fuera más que un producto de serie B, de consumo efímero. Pero el éxito de la cinta fue enorme, lanzando al estrellato a John Garfield y Lana Turner. Para la segunda versión, la de 1981, se eligió a dos monstruos de la interpretación: Jack Nicholson y Jessica Lange.
La primera diferencia entre las dos versiones la encontramos en la carga erótica de la de 1981, algo que modifica sustancialmente la percepción del espectador sobre las motivaciones de los protagonistas. Como es bien sabido, las relaciones sexuales entre los actores no sólo fueron reales, sino que se prolongaron más allá del rodaje, provocando la ira de Angelica Huston y el divorcio de Lange y Mikhail Baryshnikov.
Los personajes fueron suavizados en la primera versión, donde encontramos a un Frank bastante soso, en contraposición al malvado y calculador timador de la segunda. Lana Turner se muestra fría en su personaje, eso sí, extraordinariamente glamurosa en su vestuario. Jessica Lange es todo fuego, su mirada de apetito sexual desenfrenado no necesita de artificios, la encontraremos ataviada con la ropa normal que utilizaría una mujer trabajadora.
Otra de las diferencias, esta vez sólo anecdótica, se refiere al marido engañado. En la primera versión se le cambió el apellido, Nick Papadakis por Nick Smith, para no ofender al colectivo de griegos-americanos, puesto que Grecia había sido aliada de EEUU en la IIGM.
Yo, en particular, me quedo (por una vez) con la segunda versión. Y con una adaptación libre, llamada “FUEGO EN EL CUERPO” dirigida por Lawrence Kasdam en 1981. Hay dos versiones directas más, “LE DENIER TOURNANT” (1939) de Pierre Chenal y “OSSESSIONE” (1942) de Luchino Visconti, al que Cain siempre reclamó los derechos y nunca obtuvo respuesta. También deben ser revisadas.
Ya sabéis, a verlas, cacaricuétanos. Espero vuestros comentarios.
Raúl Sanchidrián
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