VIRIDIANA, Luis Buñuel, 1961 por Raul Sanchidrian
He elegido “VIRIDIANA”, rodada en España, en 1961, para comentar la figura de Luis Buñuel, por considerar que es una muy representativa obra en la filmografía del director. Puede ser difícil, para el espectador medio, apreciar el cine de Buñuel (Un tanto obsesionado con el movimiento surrealista) que está plagado de simbología. Esta película está llena de ella, por ejemplo, cuando la quema de una corona de espinas sugiere el paso de la protagonista a la vida carnal.
Buñuel realizó una interesante trilogía sobre obras del realista Benito Pérez Galdós. “NAZARÍN”, “VIRIDIANA”, la novela se tituló Halma, y “TRISTANA”. Pero sólo tomaría estos textos como base, en la película que comentamos incorporó una fantasía juvenil: El director soñaba con drogar a la Reina de España, la guapísima Victoria Eugenia de Battenberg, para poseerla una vez narcotizada. Además, la figura de Don Jaime corresponde a Don Leonardo, su padre, que era 28 años mayor que su madre.
La película, ganadora de la Palma de Oro del Festival de Cannes, es un relato del despertar sexual de la novicia Viridiana, primero forzado y, después, aceptado, y describe, sin pudor, las pulsaciones sexuales de Don Jaime, Jorge y los mendigos. Pero es, también, una critica del egoísmo, la ingratitud y la caridad cristiana mal entendida.
Sinopsis: Viridiana, a punto de tomar los hábitos, visita durante unos días a su tío Don Jaime; Éste, llevado por un irrefrenable deseo sexual, la droga y la viola; Abrumado, Don Jaime se ahorca (el suicidio por ahorcamiento es muestra de arrepentimiento); La finca queda dividida entre Viridiana y Jorge, hijo natural de Don Jaime, que se presenta con su amante, Lucía. No destripamos más.
La película fue estrenada, sin problemas, en España, pero un artículo alertando de su peligrosidad en il Observatore Romano, diario oficial del Vaticano, hizo que se prohibiese. No se volvería a ver hasta 1977. Curioso por este hecho, Franco pidió una copia, que conservaría, pues la película le gustó mucho, aunque no osó desautorizar a la poderosa censura clerical de la época. En sus memorias “El último suspiro” Buñuel se duele de las críticas sufridas por parte de los exiliados en México por haber rodado en España, aunque la idea fue del productor, Gustavo Alatriste, a la sazón, marido de la protagonista.
El director es uno de los más influyentes del siglo XX, ganador de un Óscar por “EL DISCRETO ENCANTO DE LA BURGUESÍA” en 1972 e intocable para miles de críticos, no del que suscribe, por cierto. Fue un director atípico, con estilo propio, pero muy repetitivo y filmaba convulsivamente. Preocupado por los temas sociales, se mostró extraordinariamente crítico con las actitudes burguesas y eclesiales, en las que proyectó siempre sus obsesiones íntimas sobre la sexualidad. Sirva como ejemplo, la enorme simbología sexual de la secuencia de Viridiana “iniciándose” en el ordeño de las vacas.
En cuanto a los protagonistas, la magnífica dirección de actores marca una cierta madurez de Buñuel en su trabajo como director. Se nota especialmente en la evolución del personaje de Silvia Pinal y los excepcionales secundarios, Margarita Lobano, Lola Gaos, María Isbert, José Calvo, Joaquín Roa o el leproso, que era un vagabundo real, que despedía un hedor insoportable y que dormía en el plató. Una de esas estridencias de Don Luis, que exasperaban a sus actores.
Fernando Rey y Paco Rabal, dos enormes actores, entienden perfectamente sus roles, la pena es que no coinciden en pantalla. Rey, con su buen hacer, compone un personaje bondadoso pero débil ante sus pulsiones, cobarde y torturado. Rabal nos muestra un tipo duro, dominante, amoral, que conoce bien que triunfará al fin.
Ya sabéis, a verla, cacaricuétanos. Espero vuestros comentarios.
Raúl Sanchidrián
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