Vienen de noche. Estudio sobre las brujas y la otredad – Júlia Carreras Tort
Las brujas han habitado en las sombras de la noche mucho antes de que decidiéramos cazarlas, se han presentado ante la humanidad bajo múltiples máscaras, deformadas e instrumentalizadas por el poder. Pero entre todas ellas, hay una máscara que jamás desaparece, aquella que personifica nuestros miedos más primitivos, y que, al mismo tiempo, nos atrae.
Al reencontrar su origen primordial y remoto, la bruja se erige como una entidad nocturna que alberga en la Otredad, la oposición más absoluta y necesaria a todo lo que tenemos por cierto o lógico.
Al retirar sus máscaras, al buscar entre las sombras de la historia y en los confines olvidados de nuestro territorio, quizás podamos redescubrir partes ocultas e ignoradas de nosotros mismos.
FRAGMENTO
ÍNDICE
Introducción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
Parte I
Capítulo 1. Desaprender lo aprendido. . . . . . . . . . . . . . . . 17
Capítulo 2. El territorio embrujado. . . . . . . . . . . . . . . . . . 23
Parte II
Capítulo 3. El ente nocturno. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35
Capítulo 4. La comitiva espectral. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49
Capítulo 5. Ir con las brujas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65
Parte III
Capítulo 6. Cómo se crea una caza de brujas. . . . . . . . . . . 85
Capítulo 7. Nombres olvidados. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 115
Capítulo 8. Los nuevos secuaces del Diablo. . . . . . . . . . . . 129
Parte IV
Capítulo 9. La ciencia de la ignorancia. . . . . . . . . . . . . . . . 171
Capítulo 10. Los ecos del cazador. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 195
Capítulo 1
DESAPRENDER LO APRENDIDO
Antes de emprender el viaje que nos llevará a redescubrir la bruja, es necesario desandar los pasos que nos han traído hasta el
momento presente, y preguntarnos si realmente sabemos cuál es
la diferencia entre lo que tomamos como hecho y aquello en lo
que creemos. ¿Qué pasaría si no hubiera separación entre las
creencias o supersticiones y lo que consideramos realidad? Esta
duda precisa de un alto en el camino para servirnos de las herramientas que arrojen algo de claridad a los senderos oscuros que,
sin duda, hallaremos a medida que avancemos. Uno de los mayores problemas con los que contamos para entender a la bruja
y al fenómeno de la brujería es la imposibilidad de pensar tal y
como lo hacían quienes tomaban la existencia de la bruja como
una realidad, así como nuestra incapacidad de empatizar con la
forma de pensar que tenían los individuos que debían enfrentarse a diario a ese fenómeno: juzgamos conceptos y fenómenos con
parámetros de «antes» con el enfoque de «ahora». Dicho de otro
modo, intentamos entender el mundo desde una óptica posracionalista, una óptica que, si bien nos aporta distancia y objetividad, también lleva consigo cierta incapacidad de empatizar, o,
mejor dicho, comprender lo que sucedía en las mentes de la época. Por supuesto, el estudio y revisión que se hallan en este libro
no deben tomarse, en absoluto, como definitivas. Toda reflexión
sobre la bruja y el fenómeno de la brujería en la actualidad no
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dejará de ser, con mayor o menor acierto, un intento de comprensión anacrónico. Pero que ello no nos quite las ganas de seguir rebuscando en el pasado y de continuar leyendo entre líneas.
Por obsoletas y lejanas que nos parezcan ciertas costumbres y
creencias, no podemos negar que estas forman parte de nuestro
bagaje cultural, o como diría el etnógrafo catalán Ramon Violant i Simorra, son «pedazos de nuestro propio ser».1
Descartarlas de buenas a primeras sin hacer el esfuerzo de intentar entenderlas hace también que nos perdamos partes de nosotros mismos por el camino. Y no solo eso. Podríamos ir más
allá y considerar que hay creencias que han sobrepasado esa categoría, y que, como diría Mikel Azurmendi, se han convertido
en «verdades de cajón». Eso es exactamente lo que sucede (o
sucedía hasta hace poco) con las brujas en algunos lugares: la
existencia de las brujas no se cuestionaba, y, aunque no se dijera
abiertamente, se tenía como algo innegable. Argumenta el antropólogo Mikel Azurmendi que nuestra forma de pensamiento actual, aquella que distingue perfectamente nociones científicas de
no científicas antes no existía, y que por ese motivo:
[…] nos cuesta tanto entender que los supuestos racionales de la
experiencia vital de aquella gente de antaño no eran propiamente
creencias. Y por eso las hemos despreciado como pensamiento mágico, catalogándolas de creencias supersticiosas y tratando de primitivo al sujeto humano de las sociedades sin ciencia y con tecnología más rudimentaria. «Creencias» sí lo eran, en cambio, para
las capas más instruidas de la Iglesia pues, estas creían que el pueblo creía en aquellas supersticiones.2
Cuando hablemos de la bruja en su vertiente más primitiva,
estaremos tratando con conceptos que nos parecen lejanos o
nos resultan obsoletos. Eso no significa que las personas que
- Violant i Simorra, Ramon. El Pirineo español. Altafulla: Plus Ultra,
1949 (1997), p. 16. - Azurmendi, Mikel. «A vueltas con el término “aquelarre”.» En Revista
internacional de los estudios vascos, n.º extra 9, 2012, pp. 42-53; 49-50.
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crean en la existencia de las brujas sean personas ignorantes o
incultas. De hecho, un antropólogo como Edward Evan
Evans-Pritchard, en su estudio sobre la magia y la hechicería en
la comunidad de los Azande publicado en 1937, nos habla de
la creencia en la brujería como parte de una «filosofía natural»
a través de la cual «la relación entre hombres y eventos desafortunados halla su explicación», y analiza cómo «la creencia
en la brujería conlleva un sistema de valores que regula la conducta humana».3
A pesar de que el concepto de bruja que postuló Evans-Pritchard difiera en algunos puntos del concepto de
bruja que se tratará en este libro (eso es, la bruja no sería un ser
- Evans-Pritchard, E. E. Witchcraft, Oracles, and Magic among the Azande. Londres: Clarendon Press, 1976, p. 18.
Pedraforca, montaña embrujada (Pre-Pirineo catalán).
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humano, sino una entidad), el concepto de filosofía natural sigue siendo pertinente y tremendamente ilustrador, pues queda
demostrado que, sean cuales sean, los eventos que marcan a
una comunidad la estructuran y le dan cohesión, lo que explica
el motivo último por el que pasan las cosas, sin desmerecer, no
obstante, causas lógicas.
Eso significa que creer en las brujas no implica tener que desdeñar cualquier evento empíricamente probable, o negarse al
progreso científico, tal y como lo entendemos ahora. Esta es la
base de lo que el antropólogo Claude Lévi-Strauss categorizó
como «ciencia de lo concreto» en su ensayo El pensamiento salvaje (1962), en el cual el término salvaje no se usa de forma peyorativa, sino para definir una forma de pensamiento no domesticada.4
En la obra se afirma que la ciencia de lo concreto,
aquella que posibilita el pensamiento mágico, puede coexistir sin
problemas con la ciencia que hoy entendemos como moderna,
aquella que trabaja con lo abstracto. Según Lévi-Strauss, la magia o el pensamiento mágico no debieran verse como formas no
evolucionadas de pensamiento, por lo que sería interesante eliminar cualquier supuesta dicotomía entre la mente prelógica
asociada con las sociedades primitivas y la mente lógica5
relacionada con las sociedades supuestamente avanzadas: ambas formas de pensamiento son igualmente válidas y capaces de coexistir. Y no hay que ir muy lejos para ver la pacífica coexistencia de
ambos mundos: muchas costumbres que hoy tratamos como superstición, algo tan simple y automático como trazar una cruz en
el pan con el cuchillo antes de cortarlo o tocar madera cuando se
habla de desgracias, se siguen practicando en la actualidad. Los
pequeños resortes de la mente que nos hacen llevar a cabo estos
actos no obedecen a una suerte de cerebro reptiliano que nuble
nuestro entendimiento, sino que al perpetuar esos actos participamos por un instante de otra forma de ver el mundo, y de protegernos de lo indecible, «por si acaso»…
- Lévi-Strauss, Claude. El pensamiento salvaje. México: Fondo de Cultura Económica, 1962 (1997).
- Ibídem, p. 388.
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A medida que vayamos avanzando, también hallaremos agujeros conceptuales, preguntas sin respuesta, y a menudo estaremos tentados de recurrir a otras culturas, otras costumbres,
otros sistemas para suplir esas carencias. El análisis comparativo
es siempre una herramienta que hay que tener en cuenta, pero de
nuevo, cuando hallemos caminos aparentemente más completos
y fáciles de andar, será interesante esperar un segundo y asegurarnos de que no estamos cometiendo el error de prejuzgar lo
extraño, de ver las cosas, de nuevo, desde la barrera. Tampoco
podemos dejarnos engañar por lo atrayente que nos resulta
aquello exótico o ajeno, pues al final del día nos parece exótico
porque no logramos entenderlo, y eso no deja de ser otra frontera que deberemos salvar si queremos comprender un fenómeno.
En el caso que nos ocupa, aunque tomemos otras figuras, conceptos o, incluso, entidades como guía para intentar comprender
a la bruja, siempre habrá aspectos irrecuperables no solo por su
distancia cronológica, sino por lo complejo que nos resultará
cambiar ese marco mental al que se ha hecho referencia.
Dicho esto, espero que este pequeño alto en el camino nos pueda
ayudar a situar a la bruja en su posible contexto y entorno de origen
sin necesidad de perder tiempo debatiendo sobre su existencia.
Tampoco hay que olvidar que la hipótesis en torno a la cual gira
este libro —eso es, que la bruja nace como una entidad sobrenatural
que representa la otredad—, también conlleva una respuesta a una
visión exageradamente antropocéntrica del mundo: ver la bruja
como no humana nos recuerda que no todo tiene que sernos familiar, ni estar hecho a nuestra imagen y semejanza. La bruja nos recuerda que solo somos uno más en esta maraña de seres e ideas, y
que, por mucho que lo intentemos, no reinamos soberanos ni siquiera en nuestra mente. Solo hay que adentrarse, con sensibilidad
y una mente abierta, en aquello que consideramos familiar, pero
que, en realidad, nos es ajeno. La bruja nos enseña que la barrera
entre el bien y el mal es difusa, que ambos conceptos son ambiguos
por estar sujetos a limitaciones sociales y religiosas.
Al final del día poco importarán las teorías de antropólogos e
historiadores, lo fundamental será cómo encajan en nuestra con
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cepción del mundo. Tampoco es cuestión de desesperarse cuando vemos que se desdibujan ciertos límites entre creencias, supersticiones, certezas y realidades, pues al fin y al cabo se trata
de nuestra percepción. El planeta seguirá girando, y seguiremos
naciendo y muriendo, solo que lo veremos de otra forma.
Editorial: Ediciones Luciérnaga
Temática: Esoterismo | Ciencias ocultas
Colección: ENIGMAS Y CONSPIRACIONES
Número de páginas: 208