Vampiros psíquicos y otros vampiros por Javier Arries
BAR NEGRO (Travesía de Ronda, 2 28022 Madrid (Metro las Musas, Linea 7) – 30 – 1 -16 Vampiros psquicos por Javier Arries.
Javier Arries es licenciado en Ciencias Físicas, en la especialidad de Física de la Tierra y del Cosmos. Colabora como articulista en revistas especializadas como Año Cero o Más Allá de la Ciencia. Ha aparecido también en el programa «Cuarto Milenio» de Iker Jiménez.
En la actualidad trabaja como profesor de informática de grado medio de Formación Profesional.
Para conocer más al autor os remitimos a su página web:
http://www.arries.es/arries.html
Un vampiro es, según el folclore de varios países, una criatura que se alimenta de la esencia vital de otros seres vivos (usualmente bajo la forma de sangre) para así mantenerse activo. En algunas culturas orientales y americanas aborígenes, el vampiro es una deidad demoníaca o un dios menor que forma parte del panteón siniestro en sus mitologías.
En la cultura europea y occidental, así como en la cultura global contemporánea, el prototipo de vampiro más popular es el de origen eslavo, el de un ser humano convertido después de morir en un cadáver activo o reviniente depredador chupasangre.
Es probable que el mito del vampiro en el folclore de muchas culturas desde tiempos inmemoriales, provenga inicialmente de la necesidad de personificar la «sombra», uno de los arquetipos primordiales en el inconsciente colectivo, según conceptos de Carl Gustav Jung, y que representa los instintos o impulsos humanos reprimidos más primitivos. Así sería la encarnación del mal como entidad y una representación del lado salvaje del hombre o su atavismo bestial, latente en su sistema límbico y en conflicto permanente con las normas sociales y religiosas.2 3
Pero el mito, como es conocido en nuestros días, además del citado temor a los bajos instintos es también una combinación compleja de varios temores y creencias humanas que incluyen: la atribución a la sangre de ser fuente de poderío o vehículo del alma, el temor a la depredación y a la enfermedad o a la muerte y a su expresión más palpable como es el cadáver, así como a la fascinación temerosa por la inmortalidad y el instinto de supervivencia.4
Algunos estudiosos sugieren que el mito del vampiro, sobre todo el que se popularizó en Europa después del siglo XVII, se debe en parte a la necesidad de explicar, en medio de una atmósfera de pánico colectivo, las epidemias causadas por enfermedades reales que asolaron Europa, antes de que la ciencia lograra explicarlas racionalmente
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