Los trabajadores soñados del FBI y la CIA
La reacción del estadounidense medio al cruzarse con un mormón es similar a la que vivimos nosotros. En cuanto ves a una de estas parejas con sus folletos, a punto de decirte si «aceptas la palabra de Dios», bajas la vista o cruzas la acera. Haces como si fuesen invisibles. Por lo general, obviamos su existencia. Donde unos vemos a unas personas que queremos ignorar, el Buró norteamericano, la CIA y el Departamento de Seguridad Nacional divisaron medio siglo atrás una oportunidad con ramificaciones que llegan al presente.
El trabajador perfecto: en estos tres departamentos estatales, donde evitar que la información sea divulgada y que sus empleados sean incorruptibles son sus requisitos esenciales, vieron en esta aún modesta comunidad en los años 70 un posible nicho de reclutamiento idóneo para ellos.
El mormón es un tipo criado en un optimismo pacífico y en el servilismo a la autoridad. Se les entrena desde muy niños de huir de los vicios que pueden sentenciar a la larga a los hombres, como son las drogas o el alcohol. Llevan una vida modesta, sin exponerse a riesgos personales, lo que da más fiabilidad a que ese tipo al que has entrenado siga contigo 25 años después de formarle. Y, sobre todo, los programas de reclutamiento mormones hacen que sus jóvenes cachorros tengan grandes habilidades lingüísticas y de interacción humana con desconocidos: es habitual que viajen meses o años a países extranjeros donde sólo se les provee con una comunidad local mormona pero deben estar allí practicando el proselitismo religioso en las calles.
No es ningún mito: podría parecerlo, pero, y aunque es imposible hacer censos laborales en estas oficinas que confirmen esta tesis, varias fuentes expertas de dentro y fuera de los organismos han confirmado que hay una sobrerrepresentación mormona en el entramado estadounidense. En The Mormon Corporate Empire, un ensayo de 1985 sobre la iglesia y su poder gubernamental, un profesor de la Universidad Brigham Young, la principal universidad privada de EE.UU. mormona, confirmó que se reclutaba en su campus todos los años a varios de sus estudiantes y que «nunca hemos tenido problemas para ubicar a nadie que haya presentado una solicitud a la CIA».
También en el ámbito privado: la Universidad Brigham Young, por cierto, también es un conocido centro de reclutamiento por muchos de los motivos antes mentados para empresas como Marriott, American Express, Dell, Lufthansa, Fisher-Price o Deloitte. Cada año terminan en altos puestos ejecutivos de grandes corporaciones tantos estudiantes de la universidad mormona como de una de las siete integrantes de la Ivy League.
La mafia mormona: a finales de los 80 se divulgó además esta realidad al gran público después de una denuncia por discriminación sistémica por parte de los agentes latinos del FBI que pudieron probar que, dando que había mormones en un buen porcentaje de puestos de alto mando, los candidatos de etnias distintas a la blanca eran despreciados y que los altos mandos “tomaron decisiones personales de promoción interna de los miembros pertenecientes a su iglesia”.
Un informe de 1975 sobre la CIA incluyó el dato de que una empresa de relaciones públicas propiedad de mormones puso algunas «oficinas en el extranjero disponibles […] como tapadera para los empleados de la Agencia que operan en el extranjero», así que la corporación eclesiástica está en total connivencia con estas prácticas.
Y es lógico, es un mecanismo de supervivencia: durante el siglo XIX la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días era perseguida por el gobierno estadounidense, pero desde entonces la estrategia de los del templo ha sido ser cada vez más progubernamental con el deseo de crear una relación quid pro quo. Desde los años 80 el número de seguidores de la Iglesia ha doblado en el país americano siendo el grupo religioso que más crece y su influencia cultural también va en aumento, como ejemplifica la resonancia que tuvo Crepúsculo, un panfleto que difunde los preceptos amorosos de la congregación.
Todo esto no quiere decir que los mormones ocupen todos los puestos de gran responsabilidad e influencia política del país, puesto que en estos organismos hay mucho trabajo también poco glamuroso y burocrático. Alguien de la CIA puede tener que pasarse toda su vida llevando una carrera laboral oculta a sus amigos y vecinos diciendo que es contable pero no por ser ningún 007, sino por haber estado igualmente encadenado a un escritorio y sus papeles, solo que manejando secretos de Estado.
Aún así también algunos escándalos sobre espías mormones. El más conocido fue Richard W. Miller, que en 1984 causó sensación en los periódicos por protagonizar una trama de espionaje y contraespionaje con los rusos en el que mantuvo una relación amorosa con otra agente rusa en un enredo en el que ambos aseguraron estar intentando reclutar al otro.
FUENTE
XATAKA