Síndrome de Amok. La patología de los asesinos en serie
Sí, existe el síndrome de Amok, una patología capaz de sacar lo peor de ciertos individuos hasta tornarlos, incluso, en los más temibles asesinos. Podría estarle pasando a alguien que conozcas ahora mismo, quizá alguien que ves en la universidad o en el colegio, en el trabajo o en tu edificio, le podría pasar a cualquiera, y todo esto se podría desencadenar cuando menos lo esperes.Terrible, ¿no? El síndrome de Amok no es un tema que debas tratar con desdén, y, antes de que ocurra alguna desgracia, deberías informarte de qué es y por qué ocurre.
El síndrome de Amok es un síndrome cultural. Bien, pero, ¿qué significa esto? Pues conviene que empecemos por explicar qué son los síndromes culturales. Ok, pues, comencemos por el principio: un síndrome es un conjunto de síntomas y signos que se manifiestan juntos sin ninguna causa conocida, al diferencias de las enfermedades, las cuales suelen tener una causa biológica conocida o identificable.Un síndrome cultural es, por lo tanto, aquel síndrome que se da en un contexto cultural en concreto, como el síndrome del impostor. Cabe destacar que es cierto que en esta sociedad tan globalizada algunos de estos síndromes están perdiendo su característica principal, la de pertenecer a un contexto específico. Un ejemplo es el síndrome de Hikikomori, el cual está perdiendo su condición únicamente japonesa y se empieza a encontrar en lugares como Europa y Latinoamérica. Descrito esto, pues, pasemos ahora a veriguar qué es el sindrome de Amok.
1. El síndrome de Amok
El síndrome de Amok se manifiesta como un ataque de furia incontrolable que, a la hora de desatarse, no distingue inocentes de culpables. Es común encontrarlo dentro de las noticias norteamericanas en esos tiroteos que se desatan sin razón aparente en los colegios, centros comerciales o cualquier espacio público. ¿Ya comienzas a identificarlo? Sí, esos tiroteos masivos de los que suelen hablarse en los noticieros responden, la mayoría de las veces, al síndrome de AMok.
Etimológicamente hablando, la palabra Amok se entiende como Acometer furiosamente en batalla. La persona que padece este síndrome siente una ira y rabia intensa que le lleva a acometer contra toda persona o animal presente, para después intentar suicidarse. Esta persona, cuando está en pleno ataque agudo, no conoce el dialogo ni razones, y la única forma de detenerla suele ser inmovilizarlo. De no hacerlo, seguirá atacando a todo lo que se cruce a su paso.El episodio puede venir acompañado de una sintomatología variada, que comúnmente incluye: depresión, amnesia, ideas paranoides y agotamiento.
En sus inicios, el síndrome de Amok se asociaba a casos ocurridos exclusivamente en Malasia, sin embargo, con el paso del tiempo este síndrome ha venido «desculturizándose», esto es, separándose de su contexto incial para presentarse en otros escenarios. Y es que, a fin de cuentas, estos casos responden más a una situación cultural específica que a límites geográficos concretos. Pero, ¿qué define entonces al síndrome de Amok? ¿En qué contextos se da y por qué? Vamos a averiguarlo.
2. Un Guasón en potencia
Para Ines Geipel, profesora e investigadora alemana que se ha dedicado a estudiar este síndrome, el síndrome de Amok no es algo con lo que se deba jugar. De hecho, dedicó todo un libro a este tema, en el cual expuso 5 casos que investugó a profundidad, yendo hasta el lugar en el que los hechos habían ocurrido y hablando tanto con las víctimas como aquellos cercanos al victimario. Fue ella la primera en ver en esta locura asesina un fenómeno peligrosamente global, que cada vez era más común en diferentes zonas.
Decidida a estudiarlo, tras investigar profundamente el tema Geipel concluyó que las personas que presentaban el síndrome de Amok tienen un perfil similar, no solo en cómo llevan su vida cotidiana sino en su rol dentro de la sociedad y en cómo interactúan dentro de los espacios que habitan. «Muchos sufrieron acoso en la escuela. Los menos tienen algún amigo», comentó la escritora. Aunado a esto, la investigadora alemana señala que suelen ser personas retraídas que, aunque de familias acomodadas, sienten muchas presiones familiares por alcanzar grandes cosas. Se sienten, además, sin identidad, como si ellos mismos no existieran o fueran simplemente un barril de expectativas ajenas que no se puede llenar con nada. Además, la escritora hace hincapié en que este síndrome suele afectar a personas que son personas con un nivel muy bajo de afectividad.
«No es que estos jóvenes no tengan emociones. Pero poco a poco van aislando su afectividad», explica. Sin embargo, también señala que hay que hacer un esfuerzo por no estigmatizar a las personas que padecen del síndrome de Amok, después de todo, como buen síndrome cultural, no es culpa de una persona en concreto, sino de una situación que puede llegar a sobrepasar a la persona.
Imaginemos el caso: un muchacho, digamos, de 15 años, cuyos padres probablemente están muy ocupados como para atender sus necesidades pero que, sin embargo, siempre encuentran el tiempo para imponer sus presiones, una vida social precaria dentro de una escuela donde solo recibe malos tratos: es la burla del salón o la comidilla de todo el colegio. Además, y este es un rasgo en el que la autora hace énfasis, son personas comúnmente tildadas de excéntricas, probablemente por andar en esa búsqueda de la identidad perdida, intentando descifrar quienes son. No parece un escenario demasiado amable para nadie.
Entonces, un día, un día cualquiera, cuando nadie lo espera, explota. Busca las posibilidades, consigue lo que tiene a la mano, tal vez el arma que un padre irresponsable dejó a la vista, cuando no todo un arsenal, y, con la mente nublada, sin poder pensar en otra cosa más que saciar la ira que se desborda, se lanza al ataque. Es ahí cuando se suele identificar el síndrome de Amok, cuando, desgraciadamente, ya es muy tarde.
3. De víctima a victimario
Valdría la pena preguntarse, sin querer caer en justificaciones, ¿qué pasaría si fueras tú el que estuviera en ese lugar? ¿Qué ocurriría si fueras tú el que es vejado a diario, el que, poco a poco, ve desmembrados sus afectos, descocido el sentido, el mismo ser, y termina siendo solo un barril sin fondo que se llenó de ira? A fin de cuentas, siendo, como es, un síndrome cultural, es el contexto en el que vivimos el principal culpable, ¿no? Al final somos nosotros, parte fundamental de ese contexto, las víctimas y los victimarios del síndrome de Amok.
Es muy fácil juzgar todo el asunto desde afuera, llamar a aquel «bicho raro» y no preocuparse por la estabilidad emocional del otro, hasta que llega el día fatal. Pero, si fuera tu caso, ¿cómo te sentirías? Tal vez deberíamos empezar a practicar este método contra el Bullying que propusieron en Finlandia.
Quizá una de las mejores maneras de evitar estos casos sea el generar un poco de empatía al respecto. Después de todo, las personas que lo padecen suelen pasar por situaciones de estrés bastante elevadas y continuas, que a nadie se le harían gratas. Pero, ¿cómo identificar el síndrome de AMok? Ines Geipel también pareció encontrar la respuesta a esta pregunta.
Según Geipel, las personas que suelen padecer este síndrome se caracterizan por ser personas que han sido golpeadas demasiadas veces por la vida, lo que las hace resecas emocionalmente. Suelen venir de una vida compleja, con muchas presiones familiares, víctimas de acoso escolar y problemas para sentirse ellos mismos. Otra de las cosas que suele caracterizar a las personas que pueden padecer este síndrome son los ataques depresivos, o la depresión a secas, lo que los lleva aun más al aislamiento social. Además, suelen tener pocos o ningún amigos y ser caracterizadas de excéntricos, lo que suele significar más burlas para estos individuos, burlas que se traducen en mayores niveles de depresión, estrés y aislamiento: una receta fatal.
Seguro que ya no te parece tan poca cosa, y es que no lo es. A veces, por tonterías, herimos a los demás sin saber de qué manera eso puede repercutir en la vida de los otros. Tendríamos que estar más atentos y generar un poco de conciencia al respecto, porque no solo es que todo pueda terminar en un escenario fatal, sino que, además, se le hace un mal terrible a una persona que no lo merece.
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