Si España quiere fabricar el coche eléctrico ya conoce el precio
Los planes europeos para sustituir los vehículos de combustión por otros completamente eléctricos ya deja ver sus consecuencias en el empleo español. Las nuevas motorizaciones y, sobre todo, la simplificación de las mismas, amenaza con la destrucción de miles de empleos en nuestro país. Almussafes o Martorell ya luchan por mitigar sus efectos, pero no son las únicas.
A falta de que la compañía termine de dar el visto bueno al acuerdo. El 75% de la plantilla de la fábrica de Ford en Almussafes ha aprobado el convenio al que ha llegado UGT (principal sindicato de la planta) con la dirección europea de la empresa. En él, la plantilla renuncia a una subida del sueldo en los próximos cuatro años, se comprometen a trabajar 18 sábados al año en el mismo periodo y un aumento de la jornada laboral.
El plan tiene como objetivo optar a producir los próximos eléctricos de la firma en la planta valenciana y sólo saldrá adelante si, finalmente, Ford decide producir este tipo de mecánicas en nuestro país. Pero Almussafes no es la única fábrica que se remueve con la llegada del coche eléctrico.
Seat también trabaja en un plan
La reconversión de las fábricas españolas para la producción de vehículos eléctricos no sólo pasa por sus máquinas. Los empleados sufrirán de lleno este cambio de paradigma, especialmente los de menor cualificación, pues tienen más complicada su reconversión a otras áreas.
En Seat también se está trabajando en un plan a cinco años vista, con el objetivo de garantizar que el mayor número posible de personas de sus plantas de Martorell o el Prat de Llobregat (Seat Componentes) mantengas sus trabajos. En las negociaciones del nuevo convenio colectivo, la empresa ya ha avisado de que se producirá un excedente en el número de empleados en la plantilla, como consecuencia de una reducción del 30% en el tiempo de fabricación de los próximos coches eléctricos.
Sin cuantificar de cuántos empleos están en el aire, la adjudicación del coche urbano y eléctrico del grupo no es suficiente para los sindicatos, que ven peligrar la fábrica de Seat Componentes y sus 1.000 empleos si el Grupo Volkswagen decide fabricar sus motores eléctricos en Hungría en lugar de la planta española. En estos momentos, la planta de el Prat de Llobregat está centrada en la producción de cajas manuales, componentes en claro peligro de extinción con el coche eléctrico.
Y no son las únicas plantas que afrontan reconversiones
Las plantas de Ford y Seat son las que están viviendo los momentos más candentes, pero la reconversión de las plantas para la fabricación de futuros modelos eléctricos ya se ha afrontado por los trabajadores de Renault y lo harán próximamente los de Mercedes.
El plan Renaulution ha marcado la agenda de los futuros modelos franceses eléctricos, pero también ha sido una piedra angular en la última negociación que sus trabajadores de Valladolid, Palencia, Sevilla y Madrid han tenido que afrontar con la empresa. En este caso, los empleados tuvieron que aceptar una congelación de su sueldo para los próximos dos años (desde la firma en 2021) y un aumento del IPC del 0,5% en 2023, que podría llegar a un 1% si se van cumpliendo los planes eléctricos de la marca. Además se establecieron 217 días anuales de trabajo, un aumento de las medias pagas y una paga exclusiva para quienes cuentan con más de 25 años de antigüedad.
En las fábricas de Mercedes también tienen que afrontar una reconversión para los próximos años y las negociaciones entre compañía y sindicatos no están siendo halagüeñas. Hace escasos días la firma de un nuevo ERTE quedó en el aire y la exclusividad de la plataforma VS20 que Vitoria tiene adjudicada puede marcar el futuro de la fábrica y de su volumen de fabricación.
Una reconversión profunda de la industria española
El salto a la fabricación de vehículos eléctricos, baterías o puntos de recarga es uno de los mayores retos a los que se ha enfrentado la industria automotriz en nuestro país. Un problema que afecta a un sector que mueve el 10% del PIB de España y protagoniza el 18% de las exportaciones, según los datos del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo.
Sin embargo, la pandemia, la crisis de los semiconductores y la reconversión de la industria han afectado duramente a la producción de automóviles en España. En 2019 se fabricaron en nuestro país 2.822.360 unidades, muy lejos de los 2.098.133 vehículos producidos en 2021 que, incluso, fueron un 7,5% inferiores a 2020, según datos de ANFAC.
Pero una posible recuperación a los datos anteriores a 2020 tampoco garantiza que no se cumpla una esperada destrucción de empleos en el sector de la automoción. El estudio «Transición hacia el vehículo eléctrico. Observatorio del empleo: Estudio y análisis de la evolución del empleo en el ecosistema de la movilidad eléctrica en España» apunta a que hasta 4.000 empleos de baja cualificación se perderán en los próximos años en nuestro país. Un futuro al que también apunta Iñaki Andrés, responsable territorial de UGT en Álava y delegado sindical en la planta de Mercedes, quien aseguraba en una entrevista a El Correo que «las bases que hoy sostienen la producción se van a invertir porque se van a automatizar mucho los procesos y vamos a necesitar personal mucho más técnico. El aprieta tornillos, para que me entienda, como tal pasará a la historia, y se necesitará a personas más formadas con mayor conocimiento técnico».
El estudio antes mencionado, presentado por la Asociación Empresarial para el Desarrollo e Impulso de la Movilidad Eléctrica (AEDIVE) y elaborado por Boston Consulting Group, apuntaba a que la producción de vehículos hasta 2030 quedará en cifras cercanas a 2,4 millones de unidades pero que, pese a todo, 29.000 trabajadores perderán su empleo hasta 2030. La solución pasa por una reconversión de los mismos y mejorar sus conocimientos técnicos.
De hecho, el Ministerio de Educación ha impulsado, este mismo mes vía Real Decreto, un nuevo curso de especialización en Mantenimiento y seguridad en sistemas de vehículos híbridos y eléctricos. Uno de los objetivos es conseguir que los empleados actuales puedan ser competitivos en un mercado completamente distinto al que hemos tenido hasta ahora y en el que España ha conseguido posicionarse como el segundo mayor productor de vehículos de Europa. En el peor de los casos, con estos conocimientos, los trabajadores también pueden tener herramientas para aportar en la producción de baterías o en puntos de recarga.
Coches más sencillos de mantener… y fabricar
Uno de los motivos que se argumenta con mayor asiduidad para dar el salto al coche eléctrico es su facilidad de mantenimiento y uso. Pero aunque el usuario final note una mayor comodidad y un menor gasto en revisiones o sustitución de componentes, hay toda una industria española que también sufre con este cambio.
Las configuraciones mecánicas de los motores eléctricos también son mucho más sencillas, por lo que se requieren menos componentes, tiempos y empleados. El motor es el gran señalado pero las cajas de cambios, automáticas y de una velocidad para los coches eléctricos, harán desaparecer las manuales, lo que ha puesto en peligro plantas ya mencionadas en nuestro país. La gestión de la aceleración, el par o la electricidad la asume la unidad de control del motor y lo realiza exclusivamente mediante software.
Todo lo anterior afecta directamente a una industria que produce unos componentes que con los años irán desapareciendo. Sin correas de distribución, sin bujías o sin embrague, desaparecen piezas que, por mucho que se realice un buen mantenimiento, es imprescindible que sean sustituidas en un vehículo de combustión. Y a ello hay que sumar revisiones mucho más sencillas y que, en caso de averías, requieren de trabajadores específicamente cualificados para ello.
Es decir, las 1.000 proveedoras de automoción pertenecientes a 720 grupos empresariales que están instaladas en nuestro país también tendrán que reconvertir sus productos. Es un sector, el de los componentes, que en 2019 facturó 37.170 millones de euros. Y a ellos se tienen que sumar los talleres, cuyos empleados tendrán que reciclarse y especializarse en los nuevos vehículos y cuya entrada de dinero relativa a revisiones y desgaste de piezas también se verá reducida. De hecho, un e-Golf apunta a un gasto de mantenimiento de 1.289 euros al cabo de 12 años, muy lejos de los casi 4.000 euros que hay que invertir sólo en revisiones para sus hermanos diésel y gasolina.
Fotos | Mercedes y Seat
FUENTE
XATAKA