SANTA ANA DE DIOSA A MADRE – DE LA – MADRE por Julio Cruz García
SANTA ANA: LA MADRE DE LA MADRE.
María la Virgen sustituyó en su persona el culto a las Grandes Madres Primigenias, es decir, a aquellas diosas de la antigüedad a las que rendían culto los pueblos de las primeras civilizaciones. En el caso de Santa Ana sucedió algo parecido. En la Antigüedad ya existían diosas paganas con el nombre de Ana ya el pueblo sumerio adoraba a la diosa Anna en su templo Eanna, “Casa del Cielo”, los caldeos llamaban Ana al espíritu que regía el cielo, en la India Annapurna puede traducirse como «Diosa de las Cosechas», para los celtas Danna era la diosa de la fertilidad, de la abundancia, y diosa protectora del pueblo. Así pues estamos ante otro enmascaramiento cristiano de una madre (diosa pagana) que existió antes que la madre oficial (la Virgen María). Santa Ana sustituye (y es en sí misma) a la-madre-de-la-madre, y con ello adquiere igualmente todas sus cualidades y gracias.
El proceso de absorción de las deidades por el santoral cristiano es evidente: «si no puedes con tu enemigo, únete a él». Al estar muy arraigado el culto en la antigüedad a la Madre Ana, diosa de todos, madre tierra y diosa de la fertilidad, al no poder combatirla, la Iglesia Católica optó por asimilarla en sus cultos.
En la culturas prehistóricas, la figura cosmogónica central, la potencia o fuerza procreadora del universo, fue personalizada en una figura de mujer y su poder generador y protector simbolizado mediante atributos femeninos —senos, nalgas, vientre grávido y vulva— bien remarcados. Esa diosa, útero divino del que nace todo y al que todo regresa para ser regenerado y proseguir el ciclo de la Naturaleza, denominada «Gran Diosa» por los expertos —o, también, bajo una conceptualización limitada, «Gran Madre»—, presidió con exclusividad la expresión religiosa humana desde c. 30000 a.C. hasta c. 3000 a.C.
En la Gran Diosa única y partenogenética, se contenían todos los fundamentos cosmogónicos: caos y orden, oscuridad y luz, sequía y humedad, muerte y vida…, de ahí que su omnipotencia permaneciese indiscutida por milenios (el concepto de dios varón no apareció hasta el VI o V milenio a.C. y no logró la supremacía hasta el III o II milenio a.C., según las regiones).
A nivel de enunciado, debe recordarse que el concepto de “ser divino” apareció y evolucionó en el pensamiento lógico-verbal humano hace unos 40.000 años, sus símbolos y mitos variaron al mismo ritmo y dirección que la estructura socioeconómica humana. Durante toda la era pre agrícola el control de la producción de alimentos y las instituciones sociales básicas, salvo la defensa, estuvo en manos de las mujeres, debiéndoles los adelantos psicosociales y técnicos que nos condujeron hasta la civilización, estos colectivos matricéntricos fueron regidos por la idea de la Gran Diosa.
Al adentrarse en la era agrícola, las sociedades se hicieron sedentarias y dependientes de sus cultivos, por una serie de circunstancias, el varón se vio obligado a implicarse en la producción alimentaria comenzando una transformación que quito a la mujer su ancestral poder y lo depositó en manos del varón.
Tras la implantación de la agricultura excedentaria, surgió el dios masculino, el clero, la sociedad de clases y la monarquía, mientras que la mujer fue quedando reducida a un bien propiedad del varón. El dominio del varón sobre la tierra tuvo su equivalente en el cielo y la deidad masculina comenzó a dominar a la femenina.
La Diosa y la mujer fueron perdiendo su autonomía, importancia y poder, en un mundo cambiante los hombres se hicieron con el control de los medios de producción, de guerra y de cultura, convirtiéndose, en únicos guardianes de la propiedad privada, la paternidad, el pensamiento y del mismísimo derecho a la vida.
Durante 25.000 años la Diosa fue considerada el principio de generación del universo. A partir del V milenio a.C. se le comenzó a imponer como coadyuvante de su fertilización a su hijo y amante que moría anualmente tras una cópula en la que, en realidad, se seguía fertilizando a sí misma, al ser el principio masculino carne de su propia carne; desde finales del III milenio a.C. los reyes pasaron a desempeñar simbólicamente ese papel de amante y fertilizador de la Diosa. En el paso siguiente, durante el II milenio a.C., el proceso de la creación dejó de entenderse como el símil de la fisiología reproductora femenina pasando a ser el resultado de instrumentos “hágase… y se hizo”, esto lo usaban los dioses masculinos acompañados de una pareja femenina. Este cambio transcendente, suprimió la ancestral dependencia de la Diosa como principio generador único. Finalmente, un dios varón todopoderoso acumulo y detento todos los aspectos de la generación.
En el Próximo Oriente y en Europa, el papel y función social de la mujer y de la Diosa fueron degradados sin compasión. La propia eficacia productiva de la mujer en su faceta de reproductora, recolectora y horticultora, acabó siendo, el origen involuntario de la progresiva degradación social de las mujeres y sustituyo la primitiva concepción de una divinidad femenina por otra masculina. En justicia hay que decir que ninguna formulación religiosa posterior ha sido tan holística, inteligente y tranquilizadora como la Diosa; y ningún dios varón, ha tenido ni tendrá jamás la capacidad de integración y de evocación mítica de la Diosa, por eso, aun en religiones patriarcales, lo femenino ha perdurado agazapado bajo diversos personajes divinizados, como es el caso de la Virgen católica, cuyos símbolos (luna creciente, agua, etc.) son exactamente los mismos que identificaron a la Gran Diosa paleolítica y neolítica. No en vano… Dios y su concepto, nació mujer.
ASHERAH LA ESPOSA DE YAVHE.
Antes del monoteísmo patriarcal instaurado por el judeocristianismo en Occidente que formateo nuestra conciencia hacia el enaltecimiento de los valores masculinos de conquista, expansión y explotación de la naturaleza es posible que yazga una concepción religiosa de la divinidad como una pareja, la Diosa Madre y el Dios Padre.
Citando la información presentada por la investigadora de la Universidad de Exeter, Francesca Stavrakopoulos, apunta a que originalmente las grandes religiones abrahámicas adoraban también a la diosa Asherah, junto a Yahveh (Asherah es a veces llamada Astarot, y es la misma deidad adorada como Ishtar por los babilónicos y Astarté por los griegos, arquetipo del divino femenino: Luna, Tierra Venus).
Stavrakopoulos basa su teoría en antiguos textos, amuletos y figuras encontradas en la ciudad de Ugarit, hoy Siria, en los que se revela que Asherah era una poderosa diosa de la fertilidad que se adoraba junto a Yahveh o Jehovah.
En una vasija del siglo XIII encontrada en el desierto de Sinaí, en Kuntillet Arjud, se pide bendición a la pareja divina. La cual fortalecen el caso de que el Dios de la Biblia tuvo una esposa”, apunta la académica.
Es significativo la admisión bíblica de que Asherah fue adorada en el templo de Yahveh en Jerusalén y en el Libro de los Reyes se cita que una estatua de Asherah yacía en el templo.
En el Libro de Jeremías existe una posible referencia a esta diosa cuando se habla de “La Reina del Cielo”.
A veces su nombre traduce como la diosa del árbol de la vida, pero también está vinculada con el mar en uno de sus nombres Athirat, rbt ʼaṯrt ym, rabat ʼAṯirat yammi, Señora del Mar o Aquella que camina sobre el mar.
Su otro epíteto en los textos ugariticos (un lenguaje semítico) es “qaniyatu ʾilhm”, “la creadora de los dioses” (Elohim).
En esos textos Athirat es la consorte del dios El; existe una referencia a los 70 hijos de Athirat, presumiblemente los mismos 70 hijos de Él. También se le llama Elat, la contraparte femenina de Él, en los textos acadios aparece como Ashratum, la esposa de Anu, el dios del cielo.
Otras referencias a esta diosa en la Biblia derivan del libro de Deuteronomio, en un marco siempre hostil. El Rey Manasseh es juzgado como alguien que hizo mal ante Dios cuando colocó el poste, símbolo del árbol de Asherah (¿el ash tree de los druidas, axis mundi?), en el Templo. El Rey Hezekiah, que removió el símbolo de Asherah del Templo y lugares sagrados fue alabado como el más justo de los reyes. Los profetas Isaías, Jeremías y Micah también condenan la idolatryí de Asherah, ya que según ellos aleja de la adoración del dios único y verdadero. Esto nos da idea de cómo la diosa femenina, del árbol de la vida, del mar y del cielo, fue equiparada con la falsa idolatría, con Baal, y se alejó al hombre de la adoración de la pareja divina y de la mujer, probablemente en ediciones subsecuentes de la Biblia, editada por hombres que quizás más que ser fieles a la sagrada escritura y a los documentos históricos, hicieron una operación de inteligencia y una programación neurolingüística de la sociedad, destinada a mantener en el poder a la casta sacerdotal masculina, reprimiendo el polo femenino de la divinidad.
DANNA HIJA DE DAGDE
En la mitología celta, Danu o Dana es el nombre irlandés (era la diosa Dana, Danu, Annu o Anna, Donu o Don, según el pueblo que estemos hablando) de la hija de Dagdé (el buen dios), por lo que por nacimiento pertenecía a los dioses de la vida, la luz y el día. Dana o Danu, es una primitiva deidad celta, diosa madre, ascendiente de todo el panteón céltico, cuyo epíteto significaría «aguas del cielo». Sus hijos fueron los conocidos Tuatha dé Dannan. Expresándonos históricamente Danu, indica también al río Danubio en cuyo ámbito se definieron y desarrollaron los celtas antes de su expansión por Europa. Místicamente hablando, Dana, es la Madre-Río que fertiliza con sus aguas las tierras donde estos se asentaban. La noción de una diosa Madre, está presente en casi todas las religiones del planeta, desde sus propios inicios y orígenes. El río, arroyo o mar, son expresiones de la Madre Divina, lo cual los convierte en sagrados, aunque para los celtas, como toda cultura chamánica, todo es sagrado. En relación al mar encontramos a la Luna, regente de las mareas y de todo lo femenino. Todos los lugares sagrados tienen su espíritu guardián, encargado de cuidarlos, el cual puede convertirse en gato, pájaro, pez, según lo que la diosa, la Tierra Madre, prefiriese. Existen numerosas inscripciones celtas, galo-romanas, representando a la Madre como una tríada (Triple Diosa: Dana- Mujer, Brígida- Muchacha y Anu- Vieja, benévolas y dadivosas), elemento común con los griegos. Los celtas en esta materia, no fueron diferentes. Se la consideraba diosa de la literatura y también recibía el nombre de Brigit En la antigua Irlanda. Era la señora de la poesía, la adivinación y de la sabiduría. Estaba asociada al sol y al fuego. Su fiesta se celebraba el uno de febrero que los celtas festejaban Imbolc, el comienzo de la primavera, motivo por el cual también se la asociaba con la fertilidad tanto de los campos, como de los animales y los seres humanos. En Escocia, y justo por ser diosa de la fertilidad y una vez llegada la cristianización, vieron en Santa Brígida, a la comadrona de la Virgen María y por eso era invocada por las parturientas cuando daban a luz. En el caso de Irlanda igualmente Brigantia fue sustituida por santa Brígida de Kildare. Curiosamente, en aquel lugar donde desde tiempo inmemorial los celtas habían mantenido un altar con fuego permanente, fundo la santa un monasterio de religiosas. Se cuenta que a tan poderosa «isla de mujeres» no podía acercarse ningún varón. Cabe recordar, sin embargo, que la diosa no siempre estaba de buen humor y, cuando el tema de la cosecha no iba bien y para calmarla, se solía sacrificar un gallo en donde tres corrientes de agua se encontraban. Los celtas conservaron, pese a su arrolladora masculinidad y una organización básicamente patriarcal, una indiscutible devoción hacia Dana, la dama de los dólmenes, como madre de todos los dioses. Los relatos populares la consideran como reina de las hadas, de los enanos o korrigans, a cuyo cuidado estaban confiadas enormes riquezas subterráneas. La consideraban, en resumen, la gran regidora de un inframundo misterioso y, en ocasiones, hasta mortal. Hay quien dice que era esa anciana de aspecto terrible, hechicera implacable pero también bienhechora que no desdeñaba echar una mano a quienes lo necesitaban, si demostraban que tenían buen corazón. La diosa madre pasó a llamarse, tras la cristianización, Santa Ana, la madre de la Virgen María, manteniendo su antiguo prestigio como diosa de la fertilidad, y protectora bajo los auspicios de la luna. Los gaélicos la bautizaron con los nombres de Brigantia y Gwen.A Danu o Dana hallamos como su consorte a un «Padre de todos los Dioses y de los Hombres», reconocido como Bilé, llamado en otros lugares de ámbito céltico Bel o Belenos, quien parece corresponderse con el Dis Pater latino. De ambas deidades, nacen todos los dioses conocidos como Tuatha dé Dannan (Govannon, Llud, Amaethon, Gwydion y la diosa Arianrod). Según otra teoría donde Posiblemente se cree que existió en una forma anterior como Anu, Madre Universal, Dana, primera fuente de vida, riega al roble que era Bilé/ Bel/ Belenos, símbolo fálico y a la vez masculino de la fertilidad y por este acto nació la deidad conocida y apreciada por los celtas, a quien nominaron como «El Dagda».
La divinidad más antigua que se menciona entre los celtas es sin duda Dana o Danu, de cuya divinidad derivan todos los otros dioses celtas en la mitología celta insular, es decir, Los Tuatha Dé Danann. Si bien sabemos que cuando los hijos de Dana, llegaron a Irlanda, la Madre no fue con ellos, aunque todos sus hijos, son considerados como extensiones de La Primigenia. Aunque ciertamente la Diosa madre, aparece con diversos nombres y diferentes formas.
Concepto este, bien arraigado en la filosofía druídica, cuando hablamos de Una Única Deidad, con sus múltiples facetas, que son extensiones de ella, cada dios/diosa posee no obstante, sus peculiaridades y cualidades propias e individualizadas. Podríamos incluso atrevernos a definir este concepto como: Un politeísmo monoteísta o un monoteísmo polifacético o quizá un politeísmo en las formas y un monoteísmo en la esencia.
Nuestra deidad primigenia, llamada también Anu o Ana, cuyo nombre puede significar la Diosa Madre o Reina. No siendo ningún nombre propio, pues lo Absoluto es incognoscible y es innombrable. También algún autor cita que su nombre significaría «Agua del cielo», curiosidad esta pues el gran río Danubio tomaría su nombre de ella, digo curiosidad, pues desde el nacimiento de este río, es desde donde se supone que empezó la gran expansión céltica. Existen otros ríos donde también se puede encontrar ciertas equivalencias del nombre.
Como diosa benéfica es mencionada en el «Glosario de Cormac» como equivalente a Buann-Ann, interpretado como buena Madre. Como diosa menos benéfica compone la Trinidad del destino junto a Macha y Badb, conocidas como una tríada, en el aspecto de «La Morrigan».
En el condado de Kerry, (Irlanda), dos montañas o cimas gemelas, son identificadas como «Los Pezones de Anu», ( Da Chich Danann), pues tienen formas redondas y asemejan pechos femeninos. Para sorpresa de algunos, siguen siendo venerados por las gentes actualmente.
Ella es la Madre Universal y Madre de todos los dioses. Diosa también asimilada a la Luna y gobernadora de las mareas. Mecenas de los vates y augures. Los druidas, en general, solicitaban, su permiso para encomendar a las almas de los recién difuntos a través de las puertas de los «sidhs» para alcanzar su nueva vida en el Otro Mundo.
Su cónyuge es Bilé, un dios, en un principio del inframundo, del cual dicen algunas leyendas, surgieron los primeros hombres.
En Gales a Dana se la conoció con el nombre de Dôn, Madre también primigenia y de dioses tan conocidos como Amaethon, Gwyddyon, Gofannon, Math, LLud y Arianhrod. Posteriormente su denominación fue masculinizada.
Algunos investigadores asocian a esta primigenia deidad, con una diosa arcaica pre-indoeuropea, asimilada por la cultura celta en sus invasiones, incursiones y asentamientos. Otros analistas la asocian a diosas con parecidos apelativos, tales como la Anna Purna de la India o incluso como el investigador Robert Graves cita, con una diosa pelasga llamada Ana, hermana de Belo y que los romanos llamaron Anna Perenna y los sumerios Anna-Nin. Otros autores como Ross Nichols, incluso R. Graves la relacionan inexorablemente con la Dánae griega y con las primeras invasiones indoeuropeas a Grecia.
También todo apunta a que durante la cristianización de los celtas; observando los cristianizadores, un culto exacerbado por parte de las gentes hacia la madre de Todos, diosa de la fertilidad y Madre-Tierra, se optó por no combatirlo más y asimilarlo, en la nueva forma de Santa Ana, la madre de María, que se convirtió desde entonces en un personaje protector, pero de notable raigambre céltica. Culto por otra parte que perduró hasta la Edad media, e incluso hasta el siglo XVII, al cual, el clero cristiano no tuvo más opción que acorralar, asimilándolo plenamente.
De esta manera observamos en diferentes puntos de la geografía que fue celta, muchos topónimos, que llevan y llevaron el nombre de Santa Ana, en una simple traslación de un antiguo culto de una Diosa madre celta, a otra madre más mortal; madre de la madre del dios cristiano. ¿Porque sino, iba a tener esa relevancia; venerar a la madre de la madre, que tuvo una coincidencia nominal con la celta? Acaso, ¿se venera al padre del padre del dios cristiano?
Es en algo parecido a lo que sucedió también, con la veneración de los celtas galos, después de romanizados, hacia la diosa latina Diana, en la cual aquellos, vieron a su primigenia Dana, o como decían los galorromanos: Diva Ana o Divuana.
EL ORIGEN DE LAS LLAMADAS SANTANAS Y SATANES SEGÚN A. PARKS.
El término SATA existe en Egipto. Su estricta traducción expresa «genio serpiente» y «niño (o hijo) de la tierra» (izquierda). Cuando montamos algunas partículas egipcias que podrían acomodar el término Satanás, llegamos a tanto «llevar la tierra» y «traer el mal.»
Además, las imágenes que surgen aquí son coherentes con las ideologías Mesopotámicas y cristianas, que son, respectivamente, Satán, Satanás y formas similares… «Santana» o «Sandan,» según A. Parks sería una criatura extraterrestre que ocuparía la función de ingeniero agrónomo, horticultor, una especie de especialista en plantas. El nombre se relaciona también con el término «Satanás» que la tradición designa como un ángel rebelde. El término «Satanás» es, en realidad, una mezcla de Satán (“administrador territorial») y Sandan o Santana (Jefe de las Plantas, herborista horticultor) de las tradiciones sumerias. Pero hay un detalle importante que separa a Satán y Sandan, y es que este último está bajo el mando de Satán. Satán tiene plenos poderes, y administra las tierras intactas, incluso un país. Este es el caso de Enlil, que reina en todo el país de Kalam (Sumer). Por lo tanto, Sandan (Santana) administra a través de sus territorios, sin lo cual no podía nada. Porque en el mundo de Anunna (la casta dominante), hay algo que hacía para ellos: asegurar la supervivencia, gracias a las plantaciones agrícolas Pero entre Ginaabul, Sandan (Santana) son exclusivamente para las mujeres.
Mucho antes de los sumerios, Sandan (Santana) fueron sólo mujeres las que trabajaban en la inmensa llanura mesopotámica llamada Edin o Edén… una estrecha asociación que se puede encontrar en el mundo entre la mujer y los árboles, en el jardín del Edén.
Inicialmente, no había separación entre los sexos entre Gina’abul. Cuando los hombres, el famoso Ušumgal y Mušgir descubrieron el poder sexual femenino y comprendieron que si lo dominaban, tendrían más poder. Algunos de ellos querían encarcelar a las mujeres Gina’abul para someterse a abominaciones.
Las sacerdotisas fueron confinadas entre sí, multiplicando los rituales secretos y cerrados para proteger a los hombres. Fue en ese momento se creó el idioma adicional de las partículas que forman la Emesa (lengua matriz) del sexo masculino, que se supone que no debe practicar. Ellos podrían, de esta manera, comunicarse con confianza.
CONCLUSIONES:
Parece ser que, en tiempos inmemoriales existió una deidad femenina de aparente origen externo a esta tierra, que ya los caldeos en el milenio I AC llamaban Ana, coetáneos a ellos en la India existía una deidad llamada Annapurna que puede traducirse como «Diosa de las Cosechas» esto nos lleva directamente a las conclusiones del autor francés A. Parks, en las que apoyándose en estudios del Lingüista S. Kramer en ellas nos explica que de la traducción de las tablillas acadias, se extrae que la palabra SANDAN O SANTANA, significa que ocuparía la función de ingeniero agrónomo, horticultor, una especie de especialista en plantas.
De esto se extrae que él o la Sandan (Santana) administrarían a través de sus territorios, sin lo cual no podía nada. Porque en el mundo de Anunna (la casta dominante), hay algo que hacía para ellos: asegurar la supervivencia, gracias a las plantaciones agrícolas. Pero entre Gina’abul, el cargo Sandan (Santana) es exclusivamente para las mujeres. Esto sucesivamente nos llevaría a la historia de Asherah, esposa de Yahvé, estas dos figuras serían las llamadas Yahvé (Satán, “administrador territorial») y (Sandan o Santana Jefe de las Plantas y herborista horticultor) que en este caso sería el papel designado a las Amaargui (Amasutum, terrestres que al perder la guerra entre sexos, terminaron sometidas a los machos Ginaabul). Esto explicaría el matrimonio que no era tal, pero que así se dio a conocer al pueblo Hebreo o semita, posteriormente. Esta figura femenina, en lo sucesivo y gracias a su carácter conspirador oculto trabajando en contra de la deidad masculina, llego incluso a elaborar un idioma el Emesa, este idioma seguramente sería el que Salomón conocía, o el mal llamado lenguaje de las Aves.
Este Idioma según Parks, es la base de todos los idiomas que hoy se hablan en la tierra, y el que da explicación al suceso de la torre de Babel, pues el objetivo de estas Santanas, era diversificar el idioma en varios dialectos, y así evitar la comunicación del Satán hacia sus servidores o súbditos humanos. Es así como estas madres a razón de la dominación masculina Ginaabul, en unos lugares fueron Satanizadas, y representadas como Serpientes conspiradoras, y en otros lugares donde la dominación masculina era menos fuerte, fueron tomadas como diosas madre o de la fertilidad, pues ellas conocían y dominaban los secretos de la Agricultura, que fueron enseñando a sus también súbditos o adoradores, aunque seguro que ellas jamás quisieron ser adoradas ni tomadas como deidades. Parece ser que la dominación masculina se hizo más fuerte en los pueblos de origen Sumerio, Egipcio y Semita, y al contrario se hicieron más débiles en los pueblos de origen Africano, Ibérico, Celta y Mediterráneo y esta es la prueba de la proliferación del culto a la Diosa Madre en estas ubicaciones.
En base a esto, poco a poco los Dioses o deidades Ginaabul, fueron legando a los humanos sus conocimientos y ritos relacionados con la sangre y el ganado, y fijaron sus metas en unos lugares remotos, donde sabían que existía una adoración a las Santanas, esto no lo podían permitir, y elaboraron un plan muy bien urdido de ocupación y dominación de las tierras donde existía ese culto, el cual todas las religiones venidas de Oriente, han considerado Pagano, excepto algunos reductos en las culturas de origen Indo-europeo, como el culto a Kali y a Annapurna. Lo que si resulta concluyente, es que aparentemente las hembras ginaabul, perdieron la guerra de sexos, a favor de los Ginaabul machos, y quedaron sometidas a su yugo y mandato, esto las llevo a tener que trabajar para ellos, y hacer diversos experimentos genéticos, con los humanos en contra de su voluntad.
Las ciudades Atlantes Circulares.
Existen diversidad de representaciones de poblados o ciudades muy antiguas algunas de origen neolítico y Calcolítico, que están construidas de forma circular concéntrica, y con canales de agua, estas ciudades podrían servir de cercados o plantaciones donde los obreros humanos cultivaban el cereal necesario para el alimento de las tropas Anunna, recordemos el papel de las Vestales en Roma, quizá herencia de estas mujeres o hembras sacrificadas y dedicadas a un culto a la cosecha, y la elaboración de un alimento para los dioses, “la salsa mola”, hecha de espelta, que es el trigo primitivo, esto no se puede obviar en este estudio, pues la relación de estas deidades con la enseñanza del cultivo y el cereal es incuestionable. Ya en Ur, las diosas Serpientes hace 12.000 se encargaban de este cometido, y eran adoradas como Diosas de la Fertilidad. Existen multitud de ciudades enterradas con esta descripción, que quizá fueron confundidas por los egipcios que contaron a Platón el mito de la Atlántida, pienso que estas solo eran plantaciones que gestionaban las Santanas Ginaabul. Y se ha mitificado mucho su origen y significado.
Para terminar este extenso artículo, me gustaría aclarar, que existe una vieja teoría que siempre ha dado resultado a los que dominan el mundo desde este lado masculino. “Si quieres invertir un símbolo, solo tienes que mentir sobre la historia de un Ser, a este ser lo subes a los Altares, e inmediatamente acabas con él pues lo conviertes en dual, y al polarizarlo lo haces deidad, Y al mismo tiempo lo satanizas, y esto es lo que hicieron con las Santanas, SATANIZARLAS”.
Julio Cruz Garcia.
Para conocer más al autor:
https://divulgadoresdelmisterio.net/2015/08/urushdaur-ritual-sumerio-para-usurpar-cuerpos/
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