ODIO ENTRE HERMANOS (HOUSE OF STRANGERS) Joseph Leo Mankiewicz, 1949 y LANZA ROTA (BROKEN LANCE) Edward Dmytryk, 1954 por Raúl Sanchidrián
Hoy os propongo dos grandes películas basadas en la novela de Jerome Weidman “Nunca más iré allí”. Con el mismo argumento, pero con notables diferencias: La primera, protagonizada por Edward G. Robinson, Susan Haiward y Richard Conte está ambientada en la época de la gran depresión y queda enmarcada en el género de cine negro; “Lanza rota” es un western y lo protagonizan Spencer Tracy, Katy Jurado, Robert Wagner y Richard Widmark. Pocas obras maestras son tan desconocidas como estas dos películas.
Argumentos.
Max, abogado y cuarto hijo de Gino Moretti, sale en libertad tras siete años encarcelado por intento de soborno a un jurado. Sospecha que su hermano fue quien le delató. Se presenta en el banco familiar para iniciar su venganza. Tras discutir con sus hermanos y amenazarlos sutilmente, Max se dirige a la casa familiar y, en un flash-back, se nos muestran la vida de Gino, un banquero que representa el sueño americano, de regentar una pequeña peluquería a presidir el banco Moretti, eso sí, a su manera, dando préstamos sin garantías, ni avales. Hacienda denuncia al banco y la única solución pasa por poner todo a nombre de la mujer de Gino y sobornar al jurado. Los hermanos se harán con el control del banco, Gino morirá apenado y Max jurará vengarse. Irene Bennet, novia de Max, intentará disuadirle de este empeño.
En “Lanza rota” cambiamos el banco por un gran rancho. Esta vez, Joe, cuarto hijo del gran Matt Deveraux, ha pasado tres años en la cárcel por auto-inculparse de una de las muchas barbaridades que cometía su padre. Le añadimos un componente racial, Joe es mestizo, hijo del segundo matrimonio de su padre con una mujer india. El problema es que sus hermanos no han hecho nada por sacarle de la cárcel y han despreciado a su madre. Al igual que en “Odio entre hermanos” un flash-back en la casa familiar nos muestra el pasado, Matt hacía trabajar a sus hijos hasta la extenuación sin apenas pagarles y administraba la justicia en sus tierras a su manera. Rudo e implacable, destruye un campamento minero, lo que significará el principio de su decadencia.
En ambos films nos encontramos con un cambio generacional, una shakespeariana presencia del fantasma del padre – mediante los cuadros que originan los flash-back -, un padre duro, aunque tierno en otros momentos, y una venganza que se intuye terrible.
Los directores.
Tanto Joseph Leo Mankiewicz como Edward Dmytryk son dos fabulosos directores. Mankiewicz mantiene su clásica fotografía expresionista, su tradicional escenificación teatral de los decorados, una poderosa construcción de los personajes y los rápidos e intensos diálogos marca de la casa. Ya hablamos de él con ocasión de la presentación de “Operación Cicerón”, otras de sus películas son: EL FANTASMA Y LA SEÑORA MUHIR, CARTA A TRES ESPOSAS, EVA AL DESNUDO, LA CONDESA DESCALZA o CLEOPATRA.
Edward Dmytryk, canadiense de origen ucraniano (1908-1999), debutó como director con LOS HIJOS DE HITLER, en 1942, incorporándose al ejército de EEUU como cineasta en la segunda guerra mundial. Finalizada la guerra hizo, entre otras, las magníficas HISTORIA DE UN DETECTIVE y ENCRUCIJADA DE ODIOS. Pero fue denunciado y encarcelado como miembro del partido comunista por la comisión de actividades antiamericanas. En 1951 cantó de plano y denunció a 26 miembros del partido comunista. Se exilió a Gran Bretaña y allí rodaría EL MOTÍN DEL CAINE, LA MANO IZQUIERDA DE DIOS, EL ÁRBOL DE LA VIDA, EL BAILE DE LOS MALDITOS, LOS INSACIABLES y ÁLVAREZ KELLY.
Los protagonistas.
¿Edward G. Robinson o Spencer Tracy? Porque si el primero recibió el premio al mejor actor en Cannes, el segundo está descomunal en su papel. Robinson crea un personaje odioso y adorable a la vez y Tracy nos muestra un duro pionero que no nos permite tener compasión por él en todo el metraje.
¿Richard Comte o Robert Wagner? Pues no nos decantamos por ninguno, porque son lo más flojito de las pelis: Demasiado hierático Comte y demasiado galán Wagner.
Si nos quedamos, por contra, con un magnífico Richard Widmark. Malvado, dominante, que no duda en cometer crímenes, es muy superior a Luther Adler (Joe Monetti) Su papel nos recuerda a esos tipos duros que encarnó en EL BESO DE LA MUERTE, LA CALLE SIN NOMBRE o NOCHE EN LA CIUDAD.
También nos parece muy superior Susan Hayward a Jean Peters, pero haciendo notar que la primera tiene más ocasión de lucirse por esos extraordinarios diálogos que le escribió Mankiewick, mientras que Peters se limita a ser mera comparsa.
Y enorme el duelo interpretativo entre Esther Minciotti como “la mamma Monetti” y Katy Jurado, que sería nominada al Óscar por este trabajo. Italiana y mexicana respectivamente, en sendos desgarradores papeles, una callada y sumisa, pero vengativa al cabo, y la otra calmada y adoradora de su marido, a pesar de sus defectos.
A ver las dos, en sesión de tarde perfecta de confinamiento. ¿Cuál de los dos finales os gusta más? Espero vuestros comentarios. Larga vida y prosperidad.
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