LA MUJER EN TURQUIA: ENTRE LA TRADICIÓN Y LA MODERNIDAD, por MARISA ARGÜELLES
Turquía es una país complejo y poliédrico de manera que más que hablar de una Turquía deberíamos hablar de las “turquias”: la clásica, la cosmopolita, la inmovilista….
Basta salir una noche por los clubes de moda de Estambul en Bebek o Ulus para darnos cuenta de que en esos ambientes apenas hay diferencia entre la mujer turca y la europea, ni en modas ni en costumbres. La mujer moderna alardea de su modernez asociada generalmente a un estatus social y un poder adquisitivo elevado, y ya que es moderna, que se note:las minifaldas más cortas, las plataformas más imposibles, los escotes más abiertos los he visto en Estambul.
A unos 1000 kilómetros al Este, en el Kurdistán profundo las cosas son diferentes. Una mujer sola nunca saldrá de noche. Su lugar es el hogar o como mucho los restaurantes o cafés “familiares”donde familias y mujeres con niños acampan a sus anchas. Los hombres solos van a jugar al dominó o taula y fumar narguile, cotos vedados a la mujer, que si osa traspasar la puerta de estos locales será recibida con un silencio sepulcral y miradas entre sorprendidas y desconfiadas. Mejor en estos casos es que la señora despistada haga mutis por el foro simulando que entraba para preguntar algo y se vaya por donde entró.
Este país tan lleno de contradicciones se subió al carro de la modernidad con la fundación de la República Turca tras la caída del Imperio Otomano en 1923 siendo su impulsor su presidente Atatürk. A golpe de Decretos, se fueron igualando los derechos entre hombres y mujeres: desapareció la poligamia, se cerraron los harenes, se escolarizó a las niñas, se prohibió el matrimonio de las menores de 18 años y se instauró el derecho al voto universal de hombres y mujeres en 1934.Antes que en Francia por ejemplo(1944), o en España donde con la Segunda República se instauró el voto femenino, pero desapareció tras la Guerra Civil.
Como hitos del feminismo turco hemos de decir que la primera piloto militar del mundo fue Sabiha Gökçen, hija adoptiva de Atatürk y que Tanzu Çiller fue Primera Ministra en la década de los 80 del siglo pasado,cuando países como Italia, o Francia o España o EEUU todavía no han conseguido esto.
Otra de las medidas más controvertidas para los sectores más conservadores y religiosos del país fue la prohibición del uso del velo islámico en lugares públicos, como escuelas, ayuntamientos, universidades, juzgados,etc. De ahí que las niñas o jóvenes de familias islámicas ortodoxas debían elegir entre quitarse el velo o quedarse en casa. En las universidades surgió una idea para evitar esto y era asistir a las clases con velo cubriendo la cabeza y encima ponerse peluca para camuflarlo. A grandes males grandes remedios.
Con la llegada al poder del partido islámico AKP liderado por Erdogan se han suavizado estas prohibiciones y desde 2007 ya pueden asistir las estudiantes con velo(de hecho, las dos hijas de Erdogan, que al igual que su esposa usan velo debieron estudiar en Estados Unidos, ya que no quisieron ni quitarse el velo ni ponerse la famosa peluca)si bien para profesoras y personal funcionario persiste esta prohibición. Esta decisión fue recurrida por la oposición ante el Tribunal Constitucional por violación de los fundamentos de la república laica de Atatürk,pero el Alto Tribunal falló a favor del uso del velo por entender que la libertad religiosa debía quedar garantizada sobre todas las cosas.
En cuanto al Parlamento, a partir del 2013 se permitió la entrada de parlamentarias con velo, provocándose de nuevo las reacciones y protestas de los sectores más laicos y progresistas.
Pero ¿cómo piensa una mujer turca? ¿las modernas son realmente tan modernas o es sólo “fachada”? Partiendo de la base de que la modernidad no se demuestra llevando una minifalda sino en el día a día veamos. En una encuesta a jóvenes universitarias de entre 25 y 30 años se preguntaba acerca de cuestiones relativas al matrimonio, sexo, conciliación entre vida laboral y profesional y estos fueron los sorprendentes resultados:
Sólo el 40% aprobaba las relaciones prematrimoniales.
Sólo el 15 % aprobaba los encuentros sexuales de una noche
Todas ellas trabajaban pero sólo el 10% en caso de ser madre querría seguir trabajando.
En cuanto a si formarían pareja de hecho sin casarse sólo el 45% aceptaría y tendría reparos por lo que pudieran pensar en su entorno familiar.
El 100% de las encuestadas veían normal que un hombre tuviera un salario más alto que una mujer y que los padres controlaran los movimientos de sus hijas mayores de edad que todavía habitaban en la casa familiar
Sólo el 8% de las encuestadas se casaría sin el consentimiento de su padre.
Por lo tanto, a la vista de estos resultados las cosas, como en todo, no siempre son lo que parecen.
Marisa Argüelles