Moradas Filosofales: Viajes y Visiones de un Alquimista
Fulcanelli entendió siempre por la expresión morada filosofal todo soporte simbólico de la Verdad hermética, cualesquiera pudieran ser su naturaleza e importancia. A saber, por ejemplo, la minúscula figurilla conservada en una vitrina, la pieza de iconografía en simple hoja o cuadro, o el monumento arquitectónico ya sea detalle, vestigio, o castillo o iglesia en su integridad.
Las moradas filosofales. Fulcanelli.
Son por excelencia moradas filosofales las catedrales y los monasterios. En ellas, el símbolo —o representación visual de una idea—es abundante y está perfectamente grabado en sus piedras. Lo normal, dado el carácter religioso de estas construcciones, es que estas representaciones simbólicas ofrezcan visiones de relatos bíblicos…, Adán y Eva, la adoración de los reyes magos, la matanza de los inocentes etc. COMO el pueblo llano era analfabeto, qué mejor manera de explicar todas estas historias que con la ayuda de estas imágenes pétreas. Los escultores se preocuparon de hacer un buen TRABAJO.
PERO no todas las representaciones se ocupan de temas religiosos. También se colaron temas paganos e incluso otros que mantienen doble significación, cristiana y hermética.
Veamos algún ejemplo de lo que decimos. Elegiremos, para ESTE artículo, dos de los capiteles del monasterio de Santa María de Ripoll, en la provincia de Gerona. Este famoso monasterio catalán, joya del románico, fue fundado en el siglo IX. Dispone de dos claustros, uno sobre el otro. Se cree que el de la planta BAJA se construyó entre los siglos XII y XIII. Las imágenes de los capiteles que mostramos pertenecen a este claustro inferior
1.- El hombre verde
La imagen del hombre verde muestra la cara de un varón al que le salen, generalmente por la nariz o por la boca, a veces por las orejas, motivos vegetales. Representa el brotar CONTINUO y permanente del reino vegetal.
Es un símbolo muy antiguo y muy usado tanto en los edificios seculares como en los religiosos. Esta imagen representa a la naturaleza, especialmente a la fuerza vital del reino vegetal, su gran capacidad de fertilidad, crecimiento y multiplicación. También simboliza la regeneración primaveral, pues es en dicha estación cuando este reino despierta de su letargo invernal. Por tal asociación se la conoce también como hombre de la primavera.
Son muy usuales en el ámbito anglosajón, donde también se les llama máscaras foliadas (del latín folium, hoja, follaje).Y aunque algunos ESTUDIOSOS anglosajones les han atribuido un origen céltico, estos hombres verdes no son específicos de Europa. También se los encuentra en culturas tan antiguas como las de la India y Mesopotamia.
Algunos autores modernos asocian este símbolo a la representación de Cristo y su resurrección porque en muchas de estas imágenes los motivos y tallos vegetales son hojas de vid —planta de la que se obtiene el vino— símbolo de la sangre de Cristo. Pero no hay que olvidar que este símbolo es anterior a Cristo.
2.- El combate del caballero y el dragón
El combate entre el caballero y el dragón representa la lucha entre el bien y el mal, entre el buen cristiano armado con la fe y el pecado. AHORA bien, en términos herméticos su significado difiere notoriamente.
El caballero representa al alquimista. Es la persona cabal, sensata, que conoce la cábala, en el sentido de conocimiento secreto, esotérico, dotado de las virtudes del caballero medieval, servidor fiel de su señor, protector de los débiles, con un fuerte sentido del honor, amante cortés…, en definitiva, una imagen viviente de la ética caballeresca medieval.
Su lanza o espada es el símbolo del fuego celeste y secreto de los alquimistas. Estas armas son cortantes, hirientes, penetrantes COMO el mismo fuego al que representan, cuya virtud principal es precisamente la de atravesar a su materia secreta, herirla y extraerle su sangre, su licor precioso.
El dragón es la materia oculta de los alquimistas. Es negruzca, apestosa, escamosa, pétrea, tiñente. Tiene una sal y un fuego ocultos en su vientre. En origen era un aire húmedo lleno de espíritu universal, pero en virtud de su putrefacción se fijó ocultando en su interior al fuego secreto que, debidamente trabajado, ofrece al artista el muy preciado mercurio de los filósofos o disolvente universal de los alquimistas, necesario para disolver los metales, en especial el oro, y extraer de él el embrión de la piedra filosofal transmutatoria.
¿El dragón en mis manos?
Hasta aquí estos dos capiteles. Os espero en la próxima entrega donde seguiremos tratando más secretos pétreos de este monasterio.
Vasilius
(ver tambien sus conferencias en video)
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