Mientras se prepara un boom sin precedentes del turismo espacial
El Espacio es un sitio espectacular, sí; pero también es un lugar lleno de peligros. La mayoría de ellos, de hecho, aún están por conocer. Y es curioso que en un mundo donde el turismo espacial está a punto de explotar, sepamos tan poco de los efectos para la salud de los paseos orbitales.
Aunque lo peor no es eso. Lo peor es que lo que vamos conociendo no aporta tranquilidad. Ahora un equipo de investigación estadounidense acaba de encontrar uno de los mecanismos por los que la radiación solar daña el ADN de los astronautas y han puesto a las mitocondrias en el punto de mira (sin saber, todavía, todo lo que nos queda por descubrir).
Todas las miradas se dirigen a las mitocondrias
ADN mitocondrial suelto en la sangre Las mitocondrias, conocidas por ser las «centrales eléctricas» de las células, tienen su propio ADN. Desde hace un tiempo sabemos que la cantidad de ADN mitocondrial que hay en sangre es un buen predictor de la salud de personas con diabetes, artritis reumatoide y enfermedades cardiovasculares. La insuficiencia cardiaca también se ha relacionado con un funcionamiento anómalo de las mitocondrias
Hasta 355 veces. Lo que acaban de descubrir unos investigadores de la Facultad de Medicina Icahn en el Mount Sinai, tras analizar la sangre de 14 astronautas que realziaron misiones de entre cinco y 13 días en la Estación ESpacial Internacional entre 1998 y 2001, es que el ADN mitocondial flotante estaba aumentado tras el viaje al espacio. Y no un poco, entre dos y 355 veces más alto que los niveles que esos mismos astornautas tenían antes de partir.
También los glóbulos blancos. Al examinar los glóbulos blancos descubrieron un aumento significativo de los mismos. Era lo esperable ante el repunte del ADN mitocondrial porque éste puede generar inflamación y los leucocitos son marcadores de inflamación, y estrés oxidativo. En definitiva, lo que han encontrado los autores es que «hay un círculo vicioso» en el que la radiación provoca daños en el ADN que inician una reacción en cadena que llevan a un daño de ADN mayor.
Cuando la industria va más rápido que la ciencia– Evidentemente, el estudio es muy limitado: tanto en tamaño como en duración. Se necesitaría monitorizar mucho mejor a todos los que viajan al espacio para conocer el riesgo exacto que comporta subir allá arriba. No obstante, algo me dice que en este campo la investigación biomédica irá por detrás de la industria del turismo espacial. Es decir, que veremos las consecuencias físicas a largo plazo de los viajes espaciales a la vez que estos se vuelven un producto (de lujo) accesible para cada vez más gente.
Imagen | Serafin Reyna
FUENTE
XATAKA