Los rostros generados mediante IA son una nueva arma de las agencias de espionaje para obtener información, según los expertos
El pasado 28 de marzo, Paul Winfree (director adjunto del consejo de política interna de Donald Trump, y rumoreado candidato a un puesto en la Reserva Federal de EE.UU.) aceptaba una petición de contacto en la red social LinkedIn. Se la enviaba una joven llamada Katie Jones, que según su perfil había trabajado en varios de los principales think-tanks de Washington. Lo problemático de esto es que Katie Jones no existe.
Y la foto de la pelirroja treinteañera que aparece en su perfil ¿a quién pertenece entonces? Por lo que sabemos gracias a la investigación llevada a cabo por periodistas de la agencia Associated Press… a nadie: todo indica que se trata de una imagen generada haciendo uso de inteligencia artificial, más concretamente de redes generativas antagónicas, la tecnología que usaba la popular web thispersondoesnotexist.com (de hecho, no es descartable que proceda de la misma).
Cómo contactar con miles de nuevos reclutas desde un ordenador de Shángai
Pero, ¿qué lleva a alguien a buscar una imagen así para crear un perfil falso en LinkedIn? En Associated Press creen que este perfil sólo es una pequeña pieza de la vasta red de identidades falsas creadas en esta red social por redes de espionaje internacional.
William Evanina, director del Centro Nacional de Contrainteligencia y Seguridad de EE.UU., afirma que los espías extranjeros (señalando de forma específica a China) usan de manera habitual perfiles falsos en redes sociales para acercarse a objetivos estadounidenses:
«En lugar de enviar espías a EE.UU. para reclutar a un objetivo, es más eficiente sentarse detrás de un ordenador en Shanghai y enviar solicitudes de amistad a 30.000 objetivos».
AP empezó a investigar a Jones después de que ésta (¿éste?) intentara contactar con Keir Giles, un especialista en Rusia que trabaja para el think-tank Chatam House. Según el currículum de la joven, Giles y ella habían coincidido en un empleo anterior, cosa que extrañó a Giles dado que no la recordaba, por lo que empezó a preguntar por ella. El perfil de Jones, por supuesto, ya ha desaparecido.
Que usuarios relevantes como Paul Winfree acepten las solicitudes de contacto de esta clase de perfiles es grave, incluso si nunca intentan ‘ficharles’: al aparecer como contacto suyo, anima a otros usuarios de LinkedIn a contactar con el perfil malicioso. «Soy probablemente el peor usuario de la historia de LinkedIn», aceptó Winfree, «acepto literalmente todas las solicitudes que me llegan».
La supuesta Katie Jones, en su ya desaparecido perfil de LinkedIn.
La foto deja poco lugar a la duda
Mario Klingemann, un artista digital que lleva años experimentando con retratos generados artificialmente, ha afirmado estar «convencido» de que el rostro de Jones es falso: «Tiene todas las características». Otros expertos consultados por AP concuerdan con esa opinión.
Hao Li, director del Institute for Creative Technologies de la Univ. del Sur de California, afirma que «apostaría dinero» a que es la típica creación de una GAN. Cita varios elementos de la imagen como prueba: inconsistencias alrededor de los ojos, brillo etéreo en torno a su pelo y marcas ligeramente emborronadas en su mejilla izquierda.
Precisamente hoy, la Cámara de Representantes de los EE.UU. organiza su primera audiencia sobre la polémica en torno a los deepfakes (motivada, sobre todo, por el alcance de los vídeos manipulados de Nancy Pelosi), y la legisladora Yvette Clarke ha anunciado que presentará un proyecto de ley que exija a las redes sociales implantar métodos de detección de fotos y vídeos generados mediante IA.
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