Lo que puede aprender la oncología moderna del entorno más inhóspito y salvaje donde ha estado el ser humano: el espacio exterior
Que el cáncer es el Mal en estado fisiológicamente puro lo sabemos desde prácticamente siempre. Desde que tenemos herramientas para tratarlo, sabemos además que el proceso es largo y duro y deja a los pacientes exhaustos física, psíquica y socialmente.
Lo que probablemente no sabíamos es que el estrés físico que sufre un paciente de cáncer al someterse a quimioterapia, inmunoterapia o terapia dirigida es muy similar al que sufren los astronautas durante los vuelos espaciales. Y esto, que parecen dos cosas totalmente desconectadas, puede estar a punto de darnos una baza fundamental para reducir el impacto a largo plazo de los tratamientos en el cuerpo.
Uno de los mayores esfuerzos frente a un estrés f´siico descomunal
Allie Smith
«Fue sorprendente darnos cuenta de las similitudes entre los astronautas en pleno vuelo espacial y los pacientes en tratamiento oncológico. Ambos sufren una disminución de la masa muscular, desmineralización ósea y cambios en la función cardíaca«, explicaba Jessica Scott, experta en fisiología del ejercicio del Memorial Sloan Kettering Cancer Center’s Exercise Oncology Service.
De hecho, las similitudes entre pacientes y astronautas llegaban a la función cerebral: «Los astronautas suelen sufrir algo llamado niebla espacial, desarrollan problemas de concentración y memoria. Algo muy similar a lo que experimentan algunos pacientes con cáncer y solemos llamar cerebro en quimio o neblina química«, continuaba Scott.
Pero, una vez que uno se da cuenta de estos parecidos razonables, lo más curioso es la forma totalmente divergente que se preparan los astronautas y los pacientes. Por ejemplo, los astronautas deben hacer ejercicio antes, durante y después de la misión, pero las recomendaciones médicas suelen indicar reposo.
Tirando del hilo, Scott y su equipo empezaron a hacer pequeñas pruebas para evaluar el efecto de cosas como el ejercicio básico en cinta (antes, durante y después) podían ayudar a los pacientes que se someten a tratamientos oncológicos. Según sus muy preliminares conclusiones, este tipo de prácticas podría reducir los efectos secundarios negativos de las terapias (especialmente los problemas cardiacos).
Como dice Scott, se puede aprender mucho del esfuerzo de la nasa para contrarrestar el estrés físico de su personal. Hoy, la NASA tiene tecnologías que pueden mantener a los astronautas de forma segura en el espacio hasta por 11 meses y ese «know-how» puede ser de mucha utilidad si se puede llevar al mundo del estrés físico producido por los tratamientos.
Por ahora, solo es una línea de trabajo y aún no se han desarrollado ni ensayos ni guías clínicas que permitan aplicar lo que ha aprendido la NASA durante estas últimas décadas al mundo de los tratamientos oncológicos, pero esta es una muestra de que la colaboración entre áreas distintas del conocimiento humano es una mina de oro.
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