Magia, brujas y hechicería en el Santo Reino de Jaén. El “Sanctum Regnum”: Un lugar Mágico, por Manuel-Jesús Segado-Uceda
Respecto de la magia existente que se extiende a lo largo y ancho de las tierras del Santo Reino de Jaén, “en alguna ocasión” me he referido a ello…
Eliphas Lévi, nombre que adopta el mago, ocultista y escritor francés decimonónico Alphonse Louis Constant, alude en su obra “Dogma y Ritual de la Alta Magia” a una acepción del término “Sanctum Regnum” (el santo reino, el reino de Dios, o Regnun Dei), como un vocablo con el que los antiguos se referían a la Magia.
Y en mi opinión, creo, que parte de razón no le faltaba.
¿Por qué si no se le iba a denominar a la provincia Jiennense “Santo Reino de Jaén”?
Un lugar donde se custodian efigies de Cristo, reliquias y objetos sagrados, llenos de “magia”, en el que los lugares de culto ancestral se encuentran por docenas… Curanderos, santones, religiosos con poderes sobrenaturales…
Una tierra donde las referencias a la magia, hechicería o brujería se pueden comprobar “in situ”. Es el caso de “El Callejón de las brujas”, en Arjona. La bruja del Castillejo, en Cambil. La Fuente de “el Encantao”, en Villanueva de la Reina…, e incluso las brujas se encuentran presentes en fiestas populares, como la noche de “la quema de la bruja”, celebración que se lleva a cabo durante la noche de San Juan Bautista, en Alcalá la Real, la noche de la bruja…
Las brujas, la hechicería y la magia, se encuentran presentes a lo largo de la provincia de Jaén incluso en cancioncillas populares locales (con diferentes variantes según los pueblos), o en chascarrillos regionales, machistas y de mal gusto.
Tenemos también los ejemplos que encontramos en la documentación de la Inquisición que aluden a múltiples personas que fueron acusadas de brujas, hechiceros o nigromantes, y que desde luego no eran pocos. Aunque encontramos a hechiceros y brujos, no era esta una “práctica” común en los varones, sino que el mayor porcentaje de las diferentes prácticas mágicas eran llevadas a cabo por las mujeres. Revisando los expedientes, encontramos a “brujas o hechiceras” muy peculiares, que llevan a cabo rituales no menos curiosos, y sobre los que podríamos volver con más detalle en otra ocasión.
Aunque no me resisto a comentar algunos de los más atractivos…
Cabe destacar a la primera persona conocida, que fue procesada por hechicería en el Reino de Jaén, en 1571. Se trata de la viuda María de Valladares, vecina de Jaén capital. Al parecer esta hechicera se dedicaba a hacer cercos de invocación de demonios, para consultarlos y con ellos hacer y deshacer cosas. Esta mujer había tenido reconocida fama de hechicera. E incluso había sido castigada por el Tribunal Episcopal con anterioridad. En esta ocasión recibió una condena más severa por parte del Santo Ofició. Se la condenó a salir con insignias de hechicera, a recibir 100 azotes y a destierro de la ciudad de Jaén y la comarca por tiempo de cuatro años.
Entre finales de 1571 y comienzos de 1572, serían denunciadas 22 mujeres de Jaén, por prácticas de hechicería.
Por citar otro caso, pongamos uno alusivo al famoso auto de fe llevado a cabo en diciembre 1572, donde fueron condenadas las citadas por Cervantes “las Camachas de Montilla”. En este mismo auto de fe, fueron condenados dos hechiceros de Jaén, una mujer y un hombre. Vayamos al caso de este último. Llamado Rodrigo de Narváez, con 21 años de edad, era natural de Antequera, aunque residía en la capital jiennense cuando fue arrestado. Por la descripción de las prácticas que se le atribuyen a este hombre, parece ser que se trataba de un hechicero bastante poderoso. Realizaba conjuros, cercos y otras hechicerías que llevaba a cabo para hallar cosas perdidas. Cercos y conjuros que pintaba en el suelo alumbrado por unas candelas, invocando a Belcebú y Barrabás, a los que conjuraba en nombre de Dios y de Santa María. Tras llevar a cabo el ritual, decía que los demonios se le aparecían en forma de moscas de gran tamaño, a las que preguntaba lo que quería saber. En las ocasiones en que le fallaba el sortilegio, lo achacaba a que otra bruja o hechicera tenía encerrados a los demonios en una botija… Este hechicero afirmaba que podía ver lo que pasaba en la Inquisición (estaba aludiendo sin duda a que poseía poderes adivinatorios o de clarividencia), y que el Santo Oficio le permitía realizar sus prácticas mágicas. Otro dato muy interesante que se desprende de la documentación del expediente, es que este hechicero poseía dos libros italianos que había utilizado para instruirse en el arte de la quiromancia, lo que le había permitido dedicarse a la búsqueda de tesoros…
En el juicio alegó que nunca se le presentó el demonio, aunque sí que se le apareció un gato, añadiendo que jamás tuvo intención de hacer pacto con los demonios. El hechicero Rodrigo Narváez fue sentenciado a salir como penitente con insignias de hechicero, abjuración a Levi y tuvo que pagar una multa de 12 ducados.
Como pueden ver, los casos de los brujos o hechiceros del Santo Reino de Jaén, o de “nuestra Tierra Mágica” no tienen desperdicio…
La magia, las hechiceras, las supersticiones y las prácticas extraordinarias, han pervivido a través de los siglos…, y algo de lo que no me cabe duda es que “la magia” existió antaño, y que con toda seguridad en la actualidad (en multitud de facetas de la vida), la magia sigue existiendo…
Hay “magias y majaderías”…
Un caso que demuestra que ciertas creencias mágicas pervivieron hasta el propio siglo XX, lo encontramos en un suceso luctuoso de cierta actualidad y que sin duda se trata de un hecho mucho más tétrico que el que hemos visto en ejemplos anteriores. Este caso es el que tuvo lugar en la localidad de Jódar, un municipio jiennense al noreste de Sierra Mágina en 1933. Acontecimiento que se convirtió en uno de los crímenes más horribles de la provincia, donde casi se reúnen “prácticas brujeriles” (en el más funesto sentido de la palabra), asesinato e incluso vampirismo.
Todo comenzó a las siete de la tarde del día 20 de Junio de 1933, cuando un niño de dos años y medio desapareció. Según datos de la documentación de la época, era “de pelo corto y rubio, de piel blanca y ojos melados, con dos señales de color rosa en la mejilla izquierda, calzaba sandalias de color cuero, y tenía dos remolinos en la parte posterior de la cabeza, vestía baby de cuadrillos pequeños blancos y negros…”.
Habían pasado diez días desde la desaparición cuando las peores noticias se confirmaron; el cuerpo sin vida del niño había aparecido en el paraje de “Tomillares”, concretamente en el lugar al que se le conoce como “Las Almendreras”.
El cuerpo del pequeño apareció descuartizado: cabeza, tronco y extremidades esparcidas por la zona (según decían dentro de un círculo trazado en el suelo. ¿un conjuro tal vez?). Aunque lo más espeluznante no fue el desmembramiento: todos quedaron horrorizados cuando tras ser examinado el cadáver, se confirmó que no quedaba ni una gota de sangre en el interior del cuerpo del niño.
El espantoso hallazgo hizo cundir el pánico en Jódar. Entre la gente del lugar comenzaron a surgir rumores que relacionaban el despiadado asesinato con las prácticas satánicas y la brujería, prácticas junto a las de espiritismo, que comenzaban a realizarse a principios de siglo…
Lo cierto es que entre los vecinos del pueblo, se extendió el rumor (no iban muy desencaminados) de que el asesinato del niño tenía como fin, la extracción de la sangre de su cuerpo, para así poder dársela a beber “a algún personaje del lugar” para curarle de algún mal.
De inmediato las autoridades locales, decidieron en asamblea extraordinaria, que este crimen sería castigado con la aplicación de la máxima pena al autor/es del mismo. Así se solicitó desde el cabildo municipal al Ministro de Justicia que se llevase a cabo una exhaustiva investigación del caso de manera inmediata.
Las detenciones comenzaron el día 7 de Julio. Dos labradores y un concejal del pueblo, fueron arrestados. La gente del pueblo se echó a la calle con la intención de linchar a los prisioneros. Finalmente el concejal fue absuelto, ya que las pruebas apuntaban a su inocencia. Poco más de un mes y medio después, se procedió a la detención de un barrendero del pueblo, que según parecía estaba implicado en el terrorífico suceso.
Según los testimonios, parece ser que se inculpó a “un tonto del pueblo”, al cual vieron con el niño en el Paseo y que parece ser engañó al niño valiéndose de unos caramelos. Así lo llevó hasta el lugar acordado para el asesinato. Es hasta aquí hasta donde llegaba el testimonio de los mayores del lugar, así como la documentación publicada hasta hace unos años. La desaparición de las personas que vivieron aquellos días e hicieron que el caso cayese en el olvido.
Indagando en la hemeroteca, encontré un artículo de prensa de la época donde se aborda este asesinato. Encontré las declaraciones de los autores del mismo. Aparece el testimonio de un joven de diecisiete años, al que dos vecinos con los que se encontró en la mañana del día 20 de Junio, le propusieron un trato: “Si les llevaba un niño al olivar “Del Nacimiento”, ellos les darían dos reales. El joven vio a varios niños jugando en el paseo del municipio y se acercó al de menor edad, al que ofreció unos frutos (no unos caramelos como afirmaban otras versiones), y se lo llevó hasta el lugar acordado. Una vez en el olivar, el joven entregó el niño a los dos hombres. Y pudo ver como uno de ellos amordazó al niño antes de que el otro lo metiese en un saco. Le dieron 50 céntimos y le dijeron que los siguiera y que si decía algo lo matarían.
Una vez llegado al lugar conocido como “Las Almendrales”, los dos hombres tras una breve conversación decidieron “hacerlo allí mismo”…, allí medio escondido, el joven pudo ver como uno de los hombres se sentó sobre el niño, mientras el otro sacó dos botellas de litro y una taza, y sacando una faca (cuchillo de hoja curva) degolló al pequeño de derecha a izquierda, recogiendo el segundo la sangre del niño en una taza, que vertía a las botellas. Tras esto llevaron el cuerpo sin vida del niño a una alberca y finalmente lo dejaron en el lugar del crimen, para marcharse los tres.
El autor del degüello llevó rápidamente las botellas con la sangre del niño para entregarlas a su madre, a la que le dijo lo siguiente: “Que se beba padre este líquido”. Supuestamente para sanarlo.
No estaban equivocados los vecinos… No se trataba de un ritual satánico, aunque resulta (“casi un ritual”) igual de siniestro, o más…
¿Quién o qué creencia hizo que estos individuos confiaran en que la ingesta de sangre humana pudiera sanar alguna enfermedad?
El origen cierto que los arrastró a cometer este horrible suceso, sigue siendo a día de hoy un misterio.
Aunque de lo que no cabe duda es que si la historia es tal y como la cuentan, el suceso pudo tener un origen “mágico y ritual”, donde según cuentan una mujer (“hechicera o bruja”), dio las directrices para llevar a cabo un procedimiento de tipo ritual, que consistiese en “extraer la sangre de un niño pequeño, y a modo de pócima dársela a beber a un enfermo”.
Autor: Manuel Jesús Segado-Uceda
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