8 escritos antiguos DESCIFRADOS al fin. ¿Qué dicen?
El afán humano por tratar de entender sus orígenes, comprender cómo hemos llegado a convertirnos en esta suma de contradicciones que es la civilización actual, lo ha hecho coleccionar en museos y universidades una gran cantidad de manuscritos, pergaminos y tablillas que en algunos casos se encuentran en idiomas o en códigos pertenecientes a pueblos que desaparecieron, en muchas ocasiones sin dejar las claves necesarias para la comprensión de sus escritos.
Una de las labores más extraordinarias de arqueólogos e historiadores ha sido precisamente descifrar textos y escritos antiguos que a veces han permanecido siglos guardando su contenido en secreto, hasta ahora.
1. El Manual Egipcio de Poder Ritual
Se trata de un manuscrito con 1.300 años de antigüedad, adquirido por la Universidad de Macquarie (Australia) en 1981, pero descifrado apenas hace dos años. El manuscrito está escrito en copto (un tipo de egipcio antiguo que se escribía utilizando mayormente el alfabeto griego), y es un compendio de hechizos para el amor, para tener éxito y para curar enfermedades.
Los investigadores creen que pudieron ser dos los autores, y que uno pudo ser un monje; en las 20 páginas se menciona a Jesús, pero también a Seth, el tercer hijo de Adán y Eva, y podría estar relacionado con una secta herética cercana al cristianismo ortodoxo.
2. El glifo T514
Fue apenas en 2015 cuando investigadores de la cultura maya de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) lograron descifrar este glifo descubierto por primera vez en Palenque, hace más de 60 años, y encontrado después en numerosos monumentos. Este glifo, con una antigüedad de 1.700 años, podría traducirse como “borde afilado” (“yei”: “filo”), y su significado sería sobre todo bélico.
Al ser develado su sentido se ha podido determinar la frecuencia de algunas guerras entre ciudades mayas entre los años 700 y 800, y ha ayudado a entender un poco más la filosofía de los guerreros de esta cultura.
3. El Código de Copiale
Es un manuscrito del siglo XVIII encuadernado en oro y con papel de brocado verde con poco más de un centenar de páginas. El manuscrito está escrito en clave, con un alfabeto en el que se combinan letras griegas y romanas con símbolos de distintas clases y aparentemente sin sentido.
Sólo algunas palabras eran comprensibles: “Phillipp 1866” y “Copiales 3”; de allí el nombre con el que era conocido este manuscrito encontrado en Berlín y finalmente descifrado por un equipo internacional de criptólogos. El texto perteneció a una orden secreta y de carácter masónico, la “Hermandad del Ojo”, o la “Sociedad de los Oculistas”, y contenía información sobre sus reuniones y rituales. Los historiadores creen que no necesariamente fue una orden conformada únicamente por oftalmólogos, pues el símbolo del ojo tiene connotaciones y usos que van más allá de esta profesión.
4. Los rollos de Herculano
Cuando el Vesubio hizo erupción en el año 79 no sólo enterró a la ciudad de Pompeya, también lo hizo con la vecina Herculano, y fue en esta ciudad donde en 1752 se excavó y descubrió en una villa –la “Villa de los papiros”– la única biblioteca privada que se conserva entera desde la antigüedad, 1.800 rollos que se mantuvieron ajenos a los ojos humanos durante un par de siglos, hasta que empezaron a ser explorados y leídos gracias a una nueva herramienta: los rayos X.
Aunque no había códigos secretos que descifrar, los rollos de Herculano aportaron textos filosóficos y literarios de la antigüedad romana y griega que ha mejorado nuestro conocimiento de autores como Epicuro, y a esto habría que agregar que el análisis de la tinta sirvió para probar que los romanos usaban plomo al menos un par de siglos antes de lo que se creía, es decir, que la antigüedad es más moderna de lo que pensamos.
5. El disco de Festo (o disco de Phaistos)
Fue descubierto en Creta en 1908 y se cree que podría tener unos 4.000 años. Es un disco de arcilla con unos 15 centímetros de diámetro, decorado con 45 símbolos que se combinan en 241 segmentos semejantes a nuestros modernos cómics. Durante seis años un equipo de investigadores de la Universidad de Oxford se dedicó a estudiarlo y lograron descifrar alrededor de un 90% de su contenido.
Se trataría de un objeto religioso, dedicado a la diosa madre minoica (la primera gran civilización de origen griego, que se desarrolló en Creta): por un lado estaría dedicado a una mujer embarazada y por el otro describiría las labores de parto.
6. El Tratado de los buques
Se trata de un texto recientemente traducido del hebreo y que se encontraba en un libro publicado en Ámsterdam en 1648, que narra el destino del “Arca de la Alianza”. Según el texto, para evitar que Nabucodonosor II se apoderara de éste y otros tesoros del templo cuando tomó Jerusalén, los sacerdotes lo ocultaron repartiendo los objetos sagrados por todo Israel y Babilonia.
Este dato no le hubiera servido de nada a Indiana Jones, pues no indica la posible ubicación del Arca, y además algunos investigadores consideran que podría tratarse de un texto de ficción, de la narración de una leyenda, sobre todo porque menciona que varios de los objetos habían sido hechos por ángeles tomando oro de las paredes del Edén.
7. El retrato de Shakespeare
A 400 años de su desaparición todavía se sabe poco del aspecto físico del mayor dramaturgo en lengua inglesa, William Shakespeare, aunque eso podría cambiar gracias a un libro contemporáneo del autor, y donde aparece un retrato de un hombre que algunos investigadores identifican con el bardo.
El libro La Historia General de las Plantas, de John Gerard, es un tratado de botánica que estaba siendo estudiado por el historiador y botánico Marcus Griffiths, cuando se topó con cuatro retratos de figuras de la época que, aunque sin estar completamente identificadas estaban acompañadas por figuras heráldicas, que permitieron identificar la imagen de Shakespeare, con unos 33 años de edad. Gerard era un botánico prominente de la época del dramaturgo, y tesorero de la reina Isabel.
8. El Manuscrito Voynich
Este manuscrito ha sido un verdadero dolor de cabeza para historiadores y criptógrafos, quienes no habían logrado romper con su hermetismo aparentemente absoluto hasta hace poco tiempo. El hombre que ha logrado abrir una pequeña ventana en este manuscrito del siglo XV es un lingüista, el profesor Stephen Bax, y su método ha consistido en identificar plantas y signos del zodiaco que aparecen en las ilustraciones y luego buscar qué grupos de símbolos podían relacionarse.
De este modo, Bax pudo descifrar al menos catorce caracteres y descubrir palabras como tauro, eléboro, enebro y cilantro. Y aunque la mayor parte del manuscrito sigue siendo un misterio estos primeros pasos apuntan a que es cuestión de tiempo su descifre.