EL ALCAZAR DE SEGOVIA
El Alcázar de Segovia es uno de los monumentos más destacados de la ciudad de Segovia (Castilla y León, España), que se alza sobre un cerro en la confluencia de los ríos Eresma y Clamores. Es uno de los castillos–palacio más distintivos en España y toda Europa en virtud de su forma de proa de barco. El Alcázar fue construido originalmente como una fortaleza, pero ha servido como un palacio real, una prisión estatal, un centro de artillería y una academia militar desde entonces. Actualmente se utiliza como museo y posee una exhibición de archivos militares.
Los restos más antiguos hallados en el lugar son unos sillares de granito similares a los del acueducto romano, lo que hace suponer que en tiempos de la dominación romana de la ciudad ya hubo de haber un castro o fortificación. Sobre los restos de éste, el alcázar fue erigido como fortaleza hispano-árabe.
La primera noticia documental que se conserva del edificio data del año 1122, poco después de que Alfonso VI de León reconquistase la ciudad, aunque no es hasta 1155 cuando aparece citado con la denominación de alcázar, en una carta custodiada en el archivo de la catedral.2 Fue residencia del rey Alfonso VIII. En 1258, reinando Alfonso X, se hundió el palacio cuando el rey se encontraba en su interior. Este núcleo más antiguo corresponde con la sala de armas. Fue numerosas veces restaurado y ampliado, posiblemente desde Alfonso X hasta Felipe II. A este último se debe su aspecto actual, su «silueta» lo hace único entre los castillos españoles.
En la Edad Media, por su seguridad como por la proximidad de zonas de caza, el Alcázar se convirtió en una de las residencias favoritas de los Reyes de Castilla, en especial de Alfonso X. Fue habitado muchas veces y llegó a ser uno de los más suntuosos palacios-castillos en el siglo XV, siendo testigo mudo de acontecimientos claves de la Historia de España como la proclamación deIsabel la Católica (13 de diciembre de 1474) o la misa de velaciones entre Felipe II y Ana de Austria (14 de noviembre de 1570) en su capilla.
La fortaleza sirvió posteriormente como prisión de Estado hasta que en 1762 Carlos III fundó en Segovia el Real Colegio de Artilleríaque tuvo su sede en el alcázar. En 1862, un incendio destruyó las suntuosas techumbres de las salas nobles, que pudieron ser reconstruidas fielmente con posterioridad gracias a la existencia de grabados de D. José María Avrial y Flores en 1844.
En 1931 fue declarado monumento histórico artístico. En 1953 se creó el patronato del alcázar que es el responsable del museo que se puede visitar en su interior.
La distribución del castillo se articula en dos áreas: la exterior, con un patio herreriano, foso, puente levadizo y la torre del homenaje, y las dependencias interiores que incluyen una capilla y varias salas nobles (sala del Trono, de la Galera, de las Piñas, de los Reyesy otras) que pueden visitarse en la actualidad.
Su planta es muy irregular y se adapta al cerro sobre el que se levanta. Destaca la muy bella torre del homenaje, cuadrada con cuatro torreones, estancia cubierta de cañón apuntado y ventanales geminados. Fue levantada siendo rey Juan II y en un principio sirvió de sala de armas.
En el interior, los salones y estancias fueron decorados con gran lujo y belleza por pintores y artistas mudéjares. Actualmente, alberga un Museo de Armas y el Archivo General Militar de Segovia, el archivo histórico más antiguo de las Fuerzas Armadas de España.
La torre de Juan II culmina en una gran terraza panorámica. Desde ella se aprecia una gran vista de la ciudad. Especialmente del barrio de las Canonjías, la catedral y la judería.
Las dos escaleras que hay que salvar para llegar arriba suman 156 escalones, la mayor parte de ellos en una escalera de caracol bastante estrecha e inclinada.
Al cruzar el portón que da acceso a la primera escalera, fíjese en el considerable grosor de los muros. Cuando acabe el primer tramo llegará al cuarto de guardia. Pegado al muro frontero está el lecho donde probablemente dormía el vigilante de la torre.
Por encima hay cuatro plantas. Su uso más habitual fue como prisión. Era casi imposible escapar de aquí. Sus inquilinos solían ser personajes de alta condición, por lo que disfrutaban de ciertas comodidades en sus celdas tales como tapices, alfombras y mobiliario. El último preso de Estado fue el general Berenguer en los años treinta del siglo pasado.
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