El Blokula, el prado donde el diablo celebra sus aquelarres
El Blokula en la tradición nórdica es un prado legendario en el que el diablo tiene su casa. Las brujas llegan a él por diferentes métodos para entregarse a su amo y le llevan niños como presente.
La primera vez que se habló de ese lugar en el que el demonio tiene su morada en un escrito fue en el siglo XVI, pero es en las Actas de los Juicios de las Brujas de Mora donde se encuentran más detalles del Blokula y las actividades que en él realizan las brujas y el diablo. Se describe como un maravilloso prado interminable en el que a través de una puerta se accede a otro prado más pequeño en el que se encuentra la casa del diablo. En ésta hay dos habitaciones, la inferior con una gran mesa alrededor de la cual se sientan las brujas, y la superior llena de camas delicadamente talladas. Se creía que físicamente podría encontrarse en la isla Blå Jungfrun, en Suecia. Durante la Edad Media se extendió el mito y en el siglo XVII fue adaptado para contribuir a la caza de brujas llevada a cabo en Suecia durante ese siglo.
El origen del Blokula y las actividades que en el se realizan hunden sus raíces en la tradición pre-cristiana o pagana.
Los días en que las brujas especialmente viajan a la morada del diablo para celebrar sus aquelarres son el Jueves Santo (Regresan el Sábado Santo o el Domingo de Gloria por la mañana) y la Noche de Walpurgis.
Para llegar al Blokula las brujas pueden hacerlo de varias maneras:
Haciendo viajes extra-corporales. Físicamente la bruja parece encontrarse en el lugar donde la vemos, pero está “ausente”, ya que en realidad se encuentra en Blokula.
Haciendo un agujero en la pared con la ayuda de una aguja, por el que la bruja puede introducirse con sus víctimas para llegar a la morada del diablo.
Por un vuelo mágico, normalmente en escoba.
Con los pies untados con unos aceites especiales que permitían a las brujas caminar sobre el agua.
Los niños que dijeron haber visitado Blokula, raptados por las brujas, para participar en los aquelarres describieron escenas increíbles. Entre ellas al diablo copulando con sus hijos e hijas, a los que casaba entre ellos y que luego parían el fruto de esta fornicación en forma de sapos y culebras. Reconocieron que ellos mismos habían comido los alimentos del diablo y luego habían participado en orgías sexuales con él y con las brujas, ya que de lo contrario una gran desgracia hubiera caído sobre toda la población. Para iluminar los aquelarres las brujas se colocaban velas en sus vaginas y el diablo era capaz de mantener relaciones sexuales consigo mismo. Añadieron que en el suelo de la casa se abría un agujero por el que se podía ver el infierno y las almas sufriendo atrapadas en él.
La fértil imaginación de los niños y el miedo hicieron que éstos inventaran alucinantes historias sobre el legendario prado en el que habitaba el diablo: el Blokula. Aún hoy en día, la isla de Blå Jungfrun se considera un lugar misterioso y maldito.