Batalla de Oresund Batalla de Oresund (1658 d.c.)
En la segunda mitad del siglo XVII Holanda se había convertido en una potencia marítima mundial, con rutas comerciales a Brasil y a las Molucas, pero el mar Báltico seguía teniendo su importancia.
Tras la victoria holandesa de las Dunas, y en los veinte años siguientes, la flota neerlandesa estuvo más ocupada con otras potencias europeas que con su enemigo tradicional, España. Inglaterra, Francia y Portugal en sucesión proporcionaron pretextos para la disputa. Pese a que en esos años había habido un enconado enfrentamiento con Portugal por el Brasil y otros territorios, pronto quedó claro para Holanda que el problema principal lo tenía en ese momento en el Báltico.
Todo comenzó cuando en 1654 subió al trono de Suecia Carlos X Gustavo. El nuevo rey traía la ambición de recuperar la hegemonía del norte mediante la subyugación de Polonia y Dinamarca. Dos años después de su coronación había puesto sitio a anzig. Este movimiento afectaba directaente a Holanda, ya que su actividad comercial en el mar Báltico era inmensa, y Danzig era el centro de recogida del maíz.
Tras la presión ejercida por los comerciantes de Amsterdam, Holanda envió una flota de 42 barcos al mando del almirante Obdam para levantar el sitio, cosa que coniguió inmediatamente. Con este toque de atención Carlos X Gustavo de Suecia volvió a establecer relaciones con Holanda y Danzig fue declarada un puerto neutral. Sin embargo, este contratiempo no enfrió las ambiciones del rey sueco de dominar el Báltico, y los holandeses, que lo vieron venir, acordaron una alianza defensiva con Dinamarca para dejar claro que no iban a tolerar interferencias en sus rutas comerciales y áreas de influencia.
Los suecos se revolvieron entonces contra Polonia, pero cuando fueron expulsados también de allí, el rey Federico III de Dinamarca aprovechó para declarar la guerra a su vecino. El movimiento fue quizás precipitado. El rey Carlos X Gustavo había recibido algunos reveses pero su ejército seguía siendo poderoso, y aunque el invierno se echaba encima no perdió tiempo en atacar a los daneses.
Para setiembre de 1658 los suecos habían derrotado a los daneses completamente y Dinamarca se veía enfrentada a la posibilidad de ser un mero estado satélite de Suecia, que en una de sus primeras medidas se dispuso a cerrar el estrecho de Øresund, y por tanto el comercio de Copenague, con todo navío extranjero. De llevarse a cabo sería un duro golpe para Holanda, aún más duro que la intentona de Danzig.
Van Beuningen, el representante de los Estados de Holanda en Dinamarca urgió a Federico mantenerse fiel a su alianza y repudiar el tratado que le ofrecían los suecos. Federico accedió, pero la respuesta de Carlos X Gustavo fue inmediata y contundente: invadió Dinamarca, expulsó a la flota danesa, puso guarniciones en Elsinore y Kornborg, y puso sitio a Copenague.
Van Beuningen había dicho a los daneses para apaciguarlos que «las llaves de madera de roble del estrecho estaban en los muelles de Amsterdam». Sus palabras no eran hueccas. En el mes de octubre de 1658 un aflota de 35 navíos al mando de Obdam, con 4.000 soldados zarpó rumbo a Dinamarca con órdenes de destruir a la flota sueca, y de levantar el asedio de Copenague.
El 29 de octubre Obdam encontró a la flota sueca a la entrada del estrecho de Øresund. Wrangel, el comandante en jefe sueco era superior numéricamente, y una vez entablado el combate, este fue endiablado y sangriento. La flota holandesa formó en tres escaudrones, con el vicealmirante de With en vanguardia, el almirante Obdam en el centro y Floriszoon en retaguarida.
Los suecos formaban en cuatro escuadrones, con su comandante en jefe, K. G. Wrangel, y los almirantes Sjohjelm, Bjelkenstjernn y Gustavo Wrangel. Los daneses tenían una división dispuesta a ayudar a los holandeses pero los vientos contrarios no permitieron al almirante danés abandonar el puerto de Copenague a tiempo para poder participar en la batalla.
Las flotas se encontraron a eso de las nueve de la mañana, teniendo los holandeses la ventaja del viento y navegando sin mucho orden como era su costumbre. Con la determinación de ambos adversarios era inevitable que se produjera un gran choque entre las flotas, desarrollándose rápidamente numerosos encuentros individuales entre navíos de uno y otro bando, en los que las señales y las directrices de los oficiales de la flota sirvieron de más bien poco. El tiempo de la maniobra y la táctica había llegado a su fin.
De With, en el Brederode de 59 cañones, efectuó un audaz ataque contra el navío del comandante en jefe sueco, el muy superior Victoria , pero después de que llegara Obdam con el Eendracht, rompió el contacto y se fue a por el Drake y el Leopard, navíos de su tonelaje.
El Leopard resultó tan dañado que tuvieron que encallarlo en Hven, aunque los suecos no pudieron sofocar el incendio y acabó consumido por las llamas. Poco después tanto el Drake como el Brederode se acercaron a tierra por el lado danés del estrecho. El Drake logró zafarse finalmente, pero el Brederode se mantuvo en su sitio, siendo entonces atacado por el Wismar, de 44 cañones. Tras dos horas de un intercambio intenso de fuego los suecos fueron al abordaje.
El bravo almirante de With murió en la lucha y su buque insignia fue tomado por la gente del Wismar. Mientras tanto, el Drake había acudido en ayuda del Victoria que estaba en apuros ante el Eendracht y otros navíos holandeses. De hecho, el Victoria estaba tan dañado que cuando por fin se pudo zafar de sus enemigos, Wrangel tuvo que sacarlo del combate y llevárselo a Helsingor, junto con el Drake, para que comenzasen las reparaciones.
La batalla continuaba, y en este turno le tocaba a Obdam quedar rodeado de navíos enemigos. El Eendracht se las estaba viendo con el Cesar, el Pelikan, el Morgenstjerman y el Johannes. Para entonces el Cesar había destruido al Joshua y provocado la muerte del almirante Floriszoon en el transcurso del combate. En una situación tan apurada los capitanes holandeses reaccionaron, y pronto los navíos Wapen van Rotterdam, Dordrecht y Halve Maan acuderon al rescate del almirante Obdam.
Bandera de un navío sueco capturada por el almirante Obdam
En el transcurso de este enfrentamiento resultó herido el capitán sueco del Cesar y su barco tuvo que ser retirado del combate. El Pelikan fue capturado, y el Morgenstjerman quedó tan tocado que se hundió poco tiempo después. El resto de las unidades de ambas flotas seguían luchando también y la balanza se estaba decantando del lado holandés. Otros dos navíos suecos fueron capturados, aunque estos lograron capturar al Breda, de 28 cañones, que fue recuperado por los holandeses poco después después de que surgiera fuego a bordo y lo abandonaran los suecos.
A las dos de la tarde levantó el viento y la flota holandesa de despegó de la sueca y se dirigió a Copenague, quedando muy pocos navíos en la flota de Wrangel en condiciones de seguirla. En cualquier caso los suecos reclamaron la victoria, por haber quedado dueños del lugar y haber visto como se retiraba la flota holandesa. No obstante, como sabemos, el objetivo holandés era llegar a Copenague a levantar el sitio, por lo que asumir una victoria por parte sueca es cuanto menos dudosa.
Las pérdidas holandesas habían sido menores que las suecas. El Brederode había sido capturado y hundido, junto con algunas embarcaciones menores que no eran de línea. Por su parte los suecos habían perdido cinco navíos de línea (tres capturados, uno capturado y hundido, y otro encallado y calcinado).
La guerra no finalizó hasta el año siguiente, cuando Michel de Ruyter zarpó hacia el norte con una flota de mayor tamaño y 12.000 hombres para reforzar la posición holandesa en Dinamarca conseguida por el almirante Obdam. En adelante, el rey Carlos X Gustavo se vio impotente para poder cumplir su sueño hegemónico en el Báltico. La paz firmada en Copenague fue muy favorable a Suecia, aunque garantizaba el derecho de paso holandés por el estrecho de Øresund.
¿Por qué era tan estratégico el Báltico para Holanda?, podríamos pensar después de todo. ¿Acaso se podía comprar la ruta comercial báltica con el vasto emporio comercial mundial que gestinaban los holandeses? En realidad hay más razones que las puramente comerciales, razones que eran vitales para los Países Bajos.
Las regiones del Báltico eran ricas en recursos esenciales para las flotas: cáñamo, lona, hierro, brea, alquitrán, sebo, resina, aceite y azufre. Además la madera de la región del Báltico era particularmente importante para Holanda, un país sin grandes bosques, aspecto que era de importancia estratégica vital para el mantenimiento de su marina, que a su vez era la salvaguarda del imperio comercial.