El Asedio de El Álamo 1836 por José Alberto Rodrigo

La madruga del 5 al 6 de marzo de 1836, el puñado de voluntarios que defendían la antigua misión española de El Álamo, sucumbían ante la aplastante superioridad de las tropas mejicanas del general Santa Ana.
Los soldados texanos establecieron una guarnición en la Misión de El Álamo, una antigua misión religiosa española que se había convertido en una fortaleza improvisada. Descrito por Santa Anna como «una fortificación irregular, apenas digna de ese nombre», El Álamo había sido diseñado para resistir un ataque de las tribus nativas, pero no el de un ejército con artillería equipada.El complejo se extendía a través de 3 acres (1,2 hectáreas), con casi 400 metros en el perímetro de la defensa.
Alrededor del la batalla de El Álamo se han tejido numerosos mitos y contramitos, a favor y en contra de texanos y mexicanos.
Desde el punto de vista militar la batalla fue una derrota de los texanos. Aunque muchas veces se ha afirmado que la defensa debilitó a las tropas mexicanas y permitió que Houston reuniera fuerzas suficientes, lo cierto es que Santa Anna nunca anduvo escaso de tropas tras la batalla, y de hecho las dividió en varias columnas para poder avanzar con mayor rapidez y alcanzar varios objetivos simultáneos. El resultado de la batalla de San Jacinto se debió a la falta de previsión de los mandos del ejército mexicano a la hora de vigilar los movimientos de un enemigo cercano, y sus consecuencias estratégicas no hubieran sido las mismas de no haber resultado capturado en ella Santa Anna. Ninguno de estos hechos tuvo nada que ver con la resistencia en El Álamo la cual en realidad fue sólo una batalla más en el transcurso de la campaña