1001 batallas que cambiaron la historia – Segundo asedio de Jinju (1593 d.c.)
ras la retirada japonesa de Seúl a Busan había llegado la hora de la diplomacia, aunque no del todo. Mientras que recibía a dos enviados chinos en Nagoya, Hideyoshi autorizó a sus comandantes en Japón una operación con un componente sobre todo simbólico. La fortaleza coreana de Jinju, a 60 km de Busan se encontraba relativamente cerca del perímetro defensivo japonés; aunque no parece que representara una amenaza de tal entidad como para violar el armisticio que acababa de entrar supuestamente en vigor. La relevancia de Jinju estribaba sobre todo en ser un cercano recordatorio de un fracaso nipón, el fallido asedio de noviembre de 1.592. Muchos daimyos estaban dispuestos a despedir lo que percibían como el final de la guerra con un triunfo que además lavaría la mancha de su anterior fracaso.
El repliegue hacia Busan y la llegada de refuerzos procedentes de Japón, le proporcionaban a Ukita Hideie una fuerza de campaña de teóricamente unos 90.000 hombres. Las intenciones niponas eran al parecer conocidas por las fuerzas sino-coreanas en la provincia de Gyeongsang, que se componían de cerca de 30.000 chinos y 50.000 coreanos repartidos a lo largo de varias fortalezas. Si los japoneses avanzaban en fuerza contra Jinju parecía poco posible que se pudiera concentrar una fuerza capaz de impedirlo y la defensa en sí de la plaza era algo cuestionado no sólo por los chinos sino entre los propios coreanos. Por ejemplo, el siempre pragmático guerrillero Gwak Jae-u no veía motivo para desperdiciar la vida de sus hombres en una causa perdida. Aunque las fuerzas chinas prometieron apoyo en caso de ataque japonés, un diplomático chino sugirió a los coreanos retirarse de Jinju afirmando con bastante criterio (posiblemente a partir de filtraciones japonesas) que los japoneses se conformarían con el acto simbólico de destruir la ciudad y regresarían a sus bases después. Al final varios comandantes coreanos insistieron en defender Jinju y se reunió una guarnición de 4.000 hombres bajo el mando de los voluntariosos Hwang Jin y Kim Cheon-il. Además de las tropas la ciudad contaba con la presencia de 60.000 civiles, muchos de ellos llegados en el último momento en busca de refugio al tener noticias del avance del ejército japonés. Un par de días antes de la llegada de los japoneses, entró en la ciudad una pequeña fuerza china de refuerzo, lo que levantó mucho la moral de los defensores.
Segundo asedio de Sinju 1593. Guerra Imjin
La vanguardia nipona se presentó ante Jinju el 19 o 20 de julio, y comenzó a establecer un perímetro de asedio. Protegida en un lado por el río Nam, los japoneses la rodearon por los otros tres, dejando una fuerza al otro lado del río para completar el cerco. A pesar de la presencia de Ukita Hideie la dirección del ejército recayó en Kato Kiyomasa, al parecer a modo de compensación por aceptar que tendría en muy poco tiempo que desprenderse de sus preciados trofeos: los dos príncipes coreanos capturados. Las fuerzas de Konishi Yukinaga (26.000) se dispusieron al oeste de la ciudad, las de Kiyomasa (25.000) al norte y las de Hideie (17.000) al este; el resto de las fuerzas niponas sirvió para completar el cerco e interceptar posibles refuerzos.
Segundo Asedio del Chinju 1593. Despliegue de fuerzas
El asalto comenzó al día siguiente de la llegada japonesa. El primer obstáculo a superar era el foso que protegía la ciudad y que los defensores habían reforzado desviando parte del río Nam para inundarlo. Los asaltantes consiguieron rellenar buena parte del foso pero se toparon con una lluvia de proyectiles procedentes de las murallas. En los siguientes días se reanudaron los ataques, con los grupos de asalto tomando relevos.
Segundo asedio de Jinju 1598. Kato Kiyomasa asaltando la fortaleza. Autor Angus McBride
En el cuarto día del asalto, los japoneses recurrieron a levantar una colina artificial y erigir en ella una posición de tiro para sus arcabuceros. Los coreanos respondieron levantando una replica sólo que su plataforma estaba equipada con cañones, que con su fuego barrieron la posición enemiga. Al siguiente día la táctica nipona consistió en enviar tropas bajo la protección de grandes escudos con el objetivo de acercarse a la base de la muralla enemiga y realizar labores de zapa en ella. Los escudos protegieron eficazmente a los japoneses de las flechas pero no de las piedras cuando llegaron al pie de las murallas. Nuevamente hubo que cambiar de táctica y esta vez se recurrió a construir los kame-no-kosha o ”carros tortuga”, eran carros techados que permitieran a los zapadores acercarse a las murallas. Los primeros carros kame-no-kosha resultaron inmunes a las piedras pero no a las llamas y fueron destruidos usando material incendiario. Para la siguiente tanda de kame-no-kosha se tuvo en cuenta esa eventualidad y se protegió el techo mejor con pieles que no fueran fácilmente inflamables.
Segundo asedio de Sinju 1593. Los japoneses utilizando los kame-no-kosha o ”carros tortuga”
El final de la fortaleza se acercaba. Las fuerzas de vigilancia del cerco habían hecho huir a un ejército de voluntarios que intentaba reforzar la fortaleza; los zapadores nipones protegidos en el interior de los carros-tortuga iban arrancando piedras de la base de las murallas y los arcabuceros nipones habían conseguido consolidarse y tener a tiro a la muralla haciendo uso tanto de una empalizada de bambú como de nuevas plataformas elevadas. Uno de esos arcabuceros se cobraría la vida del valiente Hwang Jin, cuya pérdida tuvo un marcado efecto negativo en la moral de los defensores.
La población de Jinju se había aferrado a la idea de que un salvador ejército chino llegaría en su ayuda. Al ver como los japoneses abrían finalmente brecha en la muralla, el 27 de julio el pánico se extendió y muchos civiles buscaron unas vías de escape de la ciudad que simplemente no existían. Por su parte Kim Cheon-il, consciente de la imposibilidad de taponar las brechas, permitió a sus subordinados actuar como estimaran oportuno. Algunos se aprestaron a una defensa a ultranza, otros intentaron escapar sin éxito; mientras que el propio Cheon-il, su hijo y varios comandantes se retiraron al pabellón Chokseoknu y tras hacer una reverencia en dirección al rey Seonjo en Seúl se arrojaron desde las rocas al río Nam.
Los japoneses no mostraron clemencia ni con la ciudad ni con sus habitantes. La ciudad fue completamente arrasada. Muchos civiles eligieron suicidarse arrojándose al río antes de ser victimas de los japoneses. De entre todos los civiles la historia mas famosa es la de la joven gisaeng (una especie de cortesana coreana) Nongae que fue convocada para entretener a varios oficiales nipones; Nongae abrazó a uno de ellos, concretamente a Keyamura Rokosuke y tras aferrarlo con firmeza se arrojó con él al río. Según las crónicas coreanas perecieron 60.000 personas en Jinju; las japonesas hablan de 15.300 cabezas cortadas de chinos y coreanos, con una estimación de unas 25.000 victimas en total.
Saciada su sed de venganza los japoneses se retiraron de Jinju; sería el último combate de la 1ª invasión. Parte de las tropas japonesas regresaron a Japón pero para desesperación de los coreanos, estos pudieron comprobar como no todas lo hacían e incluso se empezaban a acumular suministros para pasar un nuevo invierno en Corea.