1001 batallas que cambiaron la historia – Batalla del Cabo Ecnomo (256 a.c.)

Tras sus conquistas en la campaña de Agrigento, y tras varias batallas navales, los romanos intentaron en los años 256 y 255 a. C. la segunda operación terrestre a gran escala de la guerra. Optaron por seguir el ejemplo del tirano Agatocles de Siracusa, quien, en el año 310 a.C., cuando Siracusa se hallaba en puertas de ser conquistada por un poderoso ejército cartaginés, embarcó junto con un pequeño ejército griego rumbo a las costas africanas. Su irrupción en los alrededores de Cartago produjo tal pánico en la indefensa ciudad que, llamados sus ejércitos de vuelta, lograron forzar un precipitado ataque púnico sobre Siracusa, que terminó en una gran victoria.
Por ello, buscando un final para la guerra más rápido que el que ofrecían los largos asedios en Sicilia, los romanos decidieron invadir los dominios cartagineses en África con el objetivo de forzar un acuerdo de paz favorable a sus intereses.
No obstante, una operación de tal envergadura necesitaba una enorme cantidad de naves que permitiesen transportar las legiones, todo su equipamiento y provisiones a tierras africanas. Además, y para complicar el problema logístico, la flota cartaginesa patrullaba las costas de Sicilia, obligando a que el transporte fuese realizado en naves de carácter militar como trirremes o quinquerremes, con poco espacio para la carga. Por todo ello, Roma necesitaba una flota que permitiese cruzar el Mediterráneo con seguridad, y los dos cónsules de ese año, Marco Atilio Régulo y Lucio Manlio Vulsón Longo, fueron elegidos para dirigirla.
Se construyó una gran flota en la que se incluyeron transportes para los soldados y barcos de batalla para ofrecer protección a los cargueros. Todo se preparó con sumo cuidado hasta que en el 256 a.C. un enorme convoy de 330 naves partió con un gran ejército romano a bordo desde la costa adriática con destino a África. Sin embargo, los cartagineses no estaban dispuestos a permitir que esta amenaza se tornase realidad y enviaron una flota de envergadura similar para interceptar a los romanos. Tomando por base el número de barcos y las tripulaciones empleadas, este enfrentamiento fue la mayor batalla naval de la Antigüedad y según algunas opiniones, la mayor de la historia.
Para entonces, las tácticas navales de la República romana habían mejorado mucho. Su flota avanzó a lo largo de la costa de Sicilia en formación de batalla con las naves militares desplegadas en tres escuadrones. Los escuadrones I y II estaban directamente controlados por cada uno de los dos cónsules y marcaban el ritmo de la marcha colocados en forma de cuña. El grupo de naves de transporte se situaba justo detrás de ellos y el tercer escuadrón cubría la retaguardia, añadiendo mayor protección a la formación.
La flota de Cartago, al mando de Amílcar y Hannón el Grande, fue desplegada al completo para interceptar a la flota de desembarco romana. Ambas flotas se encontraron en la costa sur de Sicilia, a la altura del cabo Ecnomo. La formación de batalla cartaginesa inicial era la tradicional formación en línea, con Amílcar en el centro y los dos flancos ligeramente adelantados. Enfrentándose directamente con el enemigo, el frente romano avanzó contra el centro de la línea cartaginesa. En ese momento el almirante Amílcar fingió una retirada para permitir la aparición de un hueco entre la vanguardia romana y las naves de transporte, que eran el verdadero objetivo del enfrentamiento militar. Tras esta maniobra, los dos flancos cartagineses avanzaron contra la columna dejada atrás y atacaron desde los flancos para evitar que los romanos pudieran utilizar el corvus para abordar sus naves. Los transportes se vieron empujados hacia la costa siciliana y los refuerzos tuvieron que entrar en batalla para enfrentarse al ataque de Hannón. El centro de la línea cartaginesa fue finalmente derrotado tras una larga lucha y acabó huyendo del campo de batalla. Entonces los dos escuadrones romanos del frente dieron la vuelta para ayudar a la situación que se había creado en la retaguardia. El primer escuadrón, dirigido por Vulsón, persiguió al ala izquierda, que estaba acosando a los transportes, y el escuadrón de Régulo lanzó un ataque combinado con el tercer escuadrón contra Hannón. Sin el apoyo del resto de su flota, los cartagineses sufrieron una severa derrota. La mitad de las naves púnicas fueron capturadas o hundidas.
Tras la batalla, los romanos tomaron tierra en Sicilia para llevar a cabo las reparaciones y para que las tripulaciones pudiesen descansar. Las proas de los barcos capturados fueron enviadas a Roma para adornar el foro romano, de acuerdo con la tradición que se había iniciado tras la batalla de Milas. No mucho más tarde, el ejército romano tomó tierra en Cartago y comenzó la operación punitiva contra su enemigo, liderada por Marco Atilio Régulo. Las siguientes batallas de la Primera Guerra Púnica se librarían, por tanto, en tierras cartaginesas.
FUENTE
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