1001 batallas que cambiaron la historia – Batalla de Rávena (1512 d.c.)
Rávena se encuentra en la orilla izquierda del rio Ronco. Los franceses habían establecido su campamento en la llanura que existe entre este río y el Montone, para sitiar la ciudad, tomarla e impedir que fuese de puerto de entrada de refuerzos y aprovisionamientos para el ejército aliado.
El virrey de Nápoles se aproximó a la ciudad por la orilla derecha para levantar el sitio. Una vez llegado al rio Ronco, desplegó la infantería española en primera línea al mando de Pedro Navarro, y a la infantería italiana detrás en segunda fila. A la izquierda de la infantería desplegó a la caballería pesada de los hombres de armas al mando de Fabricio Colonna. A la derecha y algo a retaguardia colocó a la caballería ligera al mando del marqués de Pescara. Delante de la infantería colocó la artillería de poco calibre y unos 30 carros armados con largos cuchillos que tenían objeto destrozar al enemigo en el momento del choque. La artillería de grueso calibre quedó desplegada delante de los hombres de armas.
Batalla de Rávena 1512. Despliegue de fuerzas
Gastón de Foix, el nuevo duque de Nemours, dejó a 3.000 hombres y 2 cañones frente a la plaza de Rávena para seguir manteniendo el asedio y se dirigió con el resto (24.000 infantes, 4.000 jinetes y 50 piezas de artillería) a hacer frente al virrey de Nápoles, que contaba con 18.000 infantes, 2.000 jinetes y 24 cañones. Desplegó con la artillería en el centro, la infantería en la izquierda y la caballería a la derecha. Quedaban, pues, enfrentadas ambas infanterías y ambas caballerías. Los franceses iniciaron la batalla cruzando el río Ronco y avanzando sobre el ejército aliado hasta una distancia de unos 150 pasos. En vista de que éste se mantuvo en sus posiciones sin moverse, el duque ordenó hacer alto sin atreverse a atacar. A continuación se inició un vivo cañoneo que duró bastante tiempo y en el que la infantería francesa llevó la peor parte y sufrió numerosas bajas.
En vista de ello el duque de Nemours sacó la artillería del centro de su despliegue y la llevó al extremo derecho, junto a la caballería, al tiempo que comenzó a extender este ala en un movimiento desbordante hasta rebasar el ala izquierda de los aliados y amenazar su flanco y retaguardia.
Una vez finalizado el movimiento desbordante, la artillería francesa rompió el fuego en diagonal contra la izquierda aliada, desordenando las filas de la caballería pesada y provocando numerosas bajas. Fabricio Colonna no pudo soportar resistir el bombardeo de la artillería francesa sobre ellos sin hacer nada, así que ordenó la carga sobre la caballería francesa que tenía frente él, sin que lo autorizara el virrey. Eso era lo que esperaba el duque de Nemours: atraer la caballería enemiga a un terreno más llano y apto para el combate de su caballería, los famosos gendarmes (hombres de armas). Fabricio Colonna recibió el refuerzo de la caballería ligera del marqués de Pescara, pero a pesar de todo fueron arrollados por los franceses, que cogieron prisioneros a Fabricio Colonna y al marqués de Pescara. Al presenciar este descalabro, las tropas desplegadas en tercera línea y el virrey huyeron abandonando el campo.
Batalla de Rávena 1512. Enfrentamiento de caballerías. Se observa la caballería ligera española con adargas. Autor Giuseppe Rava
Solo quedaron en su puesto la infantería española e italiana. La española estaba en primera fila y se había librado de los efectos de la artillería echándose a tierra tras unas sinuosidades del terreno. Observaron la derrota de su caballería y la huida de su general en jefe. Una vez finalizada la munición de la artillería enemiga, vieron que todo el ejército francés se les echaba encima. Pero la infantería española reaccionó a la orden de su jefe, Pedro Navarro, y se echó sobre los primeros enemigos, que resultó ser la infantería de lansquenetes alemanes, los rodeleros españoles se situaron bajo las picas empujándolas hacia arriba con sus rodelas, llegaron al combate cuerpo a cuerpo en el que eran expertos, matando a muchos alemanes. Una vez derrotada la infantería alemana, se enfrentaron a la francesa y a la del duque de Ferrara, a las que también vencieron.
Batalla de Rávena 1512. Autor Pedro Umbert
Mientras tanto la infantería italiana de segunda línea fue acosada por un cuerpo de infantería francesa y una compañía de hombres de armas. Esto, unido a las bajas que la artillería les causó, hizo que comenzasen a flaquear. Pedro Navarro se dió cuenta de ello, y en lugar de lanzarse a atacar la artillería enemiga que tenía a su alcance, envió parte de sus tropas a socorrer a los italianos. Con el resto se dispuso a resistir el nuevo ataque de la infantería alemana y francesa, rehechos ya sus cuadros tras el fracasado ataque anterior.
El duque de Nemours se mostró impaciente al ver la resistencia de los cuadros de infantería española, y cargó contra ellos con todo lo que tenía a mano y con la caballería pesada. A pesar de ello, los españoles resistieron la tremenda carga de caballería, en la que el propio duque de Nemours resultó muerto.
Batalla de Rávena 1512. Muerte del duque de Nemur, Gastón de Foix. Autor Ari Schaffer museo Hermitage, San Petersburgo
Batalla de Rávena 1512. Muerte de Gastón de Foix duque de Nemour. Autor Tancredi Scarpelli
Muertos casi todos sus coroneles y capitanes, Pedro Navarro aprovechó la confusión de los franceses para emprender ordenadamente la retirada de la infantería española. Pero en el intento el célebre capitán español resultó herido y hecho prisionero por los franceses. Su captura fue funesta para las armas españolas, pues Pedro Navarro se sintió abandonado por el rey Fernando el Católico y pondría su talento al servicio del rey Francisco I.
Las bajas fueron muy altas en ambos ejércitos y pasaron de 11.000 los muertos y heridos. Entre aquellos se contaron Ivo de Alegre, lugarteniente del ejército francés en las dos campañas contra el Gran Capitán en Nápoles, y Pedro de Paz, que se había distinguido a las órdenes de éste también en las campañas de Nápoles. Pedro Navarro, Fabricio Colonna y el marqués de Pescara resultaron prisioneros de los franceses.
A pesar de esta brillante victoria, las tropas francesas de Luis XII acabarían siendo expulsadas de Génova y Milán.