1001 batallas que cambiaron la historia – Batalla de Nördlingen (1634 d.c.)
La primera batalla de Nördlingen se libró en el marco de la guerra de los Treinta Años entre el 26 y el 27 de agosto del calendario juliano (del 5 al 6 de septiembre del gregoriano) de 1634. Concluyó con la victoria de las tropas imperiales de Matthias Gallas y del archiduque Fernando de Habsburgo (futuro emperador Fernando III de Habsburgo) y del cardenal-infante Fernando de Austria sobre las suecas de Gustaf Horn y Bernardo de Sajonia-Weimar, lo que supuso el final del dominio de Suecia en el sur de Alemania y precipitó la entrada de la Francia del cardenal Richelieu en la guerra.
Preludio
El bando protestante, ya minado por fuertes disensiones entre Horn y Sajonia-Weimar, esperaba ganar la batalla a las tropas imperiales, a las que había infravalorado, sin contar, además, con que se había producido la unión con el ejército del hermano del rey de España, el cardenal-infante don Fernando de Austria, arzobispo de Toledo. Las tropas españolas del fallecido duque de Feria y ahora a cargo del marqués de Leganés, venidas desde la plaza fuerte milanesa por el paso del Stelvio, trataban de atravesar Alemania camino de los Países Bajos Españoles, donde el cardenal-infante iba a suceder a la difunta gobernadora Isabel Clara Eugenia.
La batalla
Desarrollo del combate
Fallido asalto sueco a las fortificaciones de la izquierda imperial.
Escasos avances protestantes en los dos flancos.
Contraataque imperial y retirada protestante.
Como de costumbre en la Guerra de los Treinta Años, ambos bandos presentan una composición multinacional: destacan en el bando católico los Tercios españoles de Flandes, Sicilia y Sagunto, y las tropas italianas al servicio de España de Gerardo de Gambacorta, y los imperiales de Piccolomini. Por los protestantes son los regimientos suecos «Negros» y «Amarillos» los que sostuvieron el peso de la batalla. En conjunto se enfrentaron unos veintiún mil hispano-imperiales contra alrededor de dieciocho mil germano-suecos.
Aunque la iniciativa la tomaron los protestantes suecos, fue la feroz defensa que los tercios españoles realizaron en la colina de Allbuch, rechazando quince cargas de los regimientos suecos, la que decidió la batalla, con el apoyo de las tropas de caballería italiana de Gambacorta.
Los imperiales por su parte, una vez deshechos los regimientos suecos, adelantaron sus líneas contra los sajones, que, perdida la jornada, huyeron, abandonando en total desorden el campo de batalla.
El propio general sueco, Gustaf Horn, fue capturado y los restos del ejército sueco se replegaron en dirección a Heilbronn.
Según las crónicas de la época, los españoles aguantaron «seis horas enteras sin perder pie, atacados dieciséis veces, con furia y tesón no creíble, tanto que los alemanes decían que los españoles peleaban como diablos y no como hombres, estando firmes como si fueran paredes».
Un coronel del bando sueco confirma «Nunca nos habíamos enfrentado a un soldado de infantería como el español. No se derrumba, no desespera, es una roca y resiste pacientemente hasta que puede derrotarte».
Quedaba probado que la formación militar española por excelencia, el tercio, todavía era, y aún por varios años más, imbatible en batalla.